La presencia de simios en una urbe de Tailandia empezó como una atracción turística y se convirtió en pesadilla que amenaza la vida de todos los residentes.

Más de 8000 mil monos invaden áreas de la ciudad tailandesa Lopburi, un sitio valioso por su arquitectura al noreste de Bangkok, siembran el terror entre sus habitantes y dañan la economía del lugar.

Ante la falta de turistas, que solían brindarles alimentos en el templo de Prang Sam Yod, los monos hambrientos tomaron las calles como si de un verdadero asalto se tratara, reporta Infobae.

Aunque su presencia data de años, en los últimos meses los simios cambiaron mucho su conducta y aumentaron su procreación, y ahora allanan los negocios, obstaculizan las calles, y hasta arrancan antenas y limpiaparabrisas de los autos estacionados.

Nadie está seguro en la ciudad si camina con una bolsa en sus manos o algo que pudiera contener comida, porque los animales podrían asaltar al momento en busca de algo para llevarse a la boca.

El problema para Lopburi es mucho mayor, porque los macacos cangrejeros -la especie en cuestión-, es una de las atracciones para los turistas y, además, los budistas creen que “alimentar a los animales es una acción digna de mérito. Sus ofrendas favoritas incluían yogur de coco, gaseosa de fresa y paquetes de aperitivos de colores brillantes. Ahora los macacos no entienden dónde ha ido la fuente de su sustento. Y están hambrientos”, explica Infobae.

Los monos solían vivir en los templos y las ruinas de la antigua civilización y se mantenían en un número estable, pero con el aumento de visitantes, los macacos cangrejeros encontraron una fuente diferente y estable de sustento en los productos chatarra, y ocurrió un aumento importante de la población. Sin la afluencia de personas por el coronavirus, se lanzaron a las calles.

“En una cultura mayoritariamente budista en la que sacrificar monos perturbaría sensibilidades espirituales, los funcionarios y residentes locales tienen pocas opciones para protegerse de las pandillas de macacos. Además, en el pasado, los monos atraían turistas a Lopburi. Sin ellos, la economía podría sufrir aún más”, refleja el reportaje.

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Las autoridades esterilizan a los monos para detener su aumento, pero es difícil atraparlos porque aprendieron a evitar las trampas que les tendían. Además, muchos residentes locales comenzaron a darles comida para que no murieran.

El propietario de un hotel local cuenta sobre una mona que asiste a su hotel, a diario, para esperar educadamente su ración. Incluso, ya cedió a la banda de asaltantes el tercer piso para que residan en él.

Julio Linares


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