Las madres tienen ahora una nueva guerra: muchos pequeños en Cuba quieren que en sus fiestas suene reguetón. Nada de canciones infantiles

Yan Carlos celebrará el próximo día 20 sus cinco años. Massiel, la joven madre, no descansa con los preparativos. Los caramelos y el refresco de pomo para la fiesta de la escuela, donde se prohíbe repartir alimentos sin sello. El cake y los demás dulces para el convite en la casa.

Cuando le pregunto si habrá música, me responde, sin titubeos, que pondrá reguetón. Los del barrio, algo podíamos inferir ya porque vemos al menor, todo el tiempo, referirse al canilleo. Obsesionado por el Wampy, Chocolate, El Chulo y demás exponentes del reguetón, el Yan pasa largas horas escuchando, tarareando o bailando ese género urbano, ritmo que escucha desde la cuna.

“¿Qué le voy a hacer? Todo el mundo lo escucha y los niños no quieren ser menos en ese aspecto. Por los alrededores, no me voy a encontrar ningún muchacho de su edad, que conozca a Estela Granito de canela”, alega la madre.

Aunque cueste creerlo, es así. Desde hace un tiempo a la fecha, las celebraciones infantiles están siendo amenizadas con música de adulto, sin que nadie logre hacer algo al respecto.

Muy pequeños, los niños conocen los temas de moda con sus bailes correspondientes, el vocabulario y la vida y milagro de sus cantantes favoritos, algo que no sucede con las canciones infantiles tradicionales.

Yan Carlos, por ejemplo, no puede decir quiénes son Liuba María Hevia o Teresita Fernández, dos de las más grandes exponentes de la música infantil en la isla, sin embargo, no duda en contarnos sobre El Wampy. “Tiene 17 años y estudia saxofón en Amadeo Roldán. Me gustan mucho sus canciones, tiene buen ritmo y es un duro en el reparto”, balbucea.

Bárbara es la madre de un pequeño de siete años. Según nos refiere, ha intentado por todos los medios inculcarle el amor por las canciones tradicionales para niños; sin embargo, se ha topado con una pared.

“En la escuela, los niños están a la última en el reguetón. Los demás padres les ponen a sus hijos esa música y yo debo librar, diariamente, una batalla para validar El ratoncito Miguel; desgraciadamente, gana el ritmo actual”, comenta.

Como ella, otras madres se rindieron. “No podemos imponernos al correr de los tiempos, a la moda. Lo único preocupante de estos temas es el vocabulario pero, en definitiva, los niños no saben a qué se refiere. Mientras sea así, no hay problema”, concluye.

Por ende, El Wampy sonará en la fiesta de Yan Carlos la próxima semana. Los adultos reirán con los bailes de los pequeños; algunos hasta los incentivarán a aprenderse los últimos pasos.

María Carla Prieto

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