El video de Eduardo del Llano, lo advertimos, va a dar qué hablar por muchos días.
Un video divulgado por el guionista, humorista, profesor universitario y cineasta cubano Eduardo del Llano, se ha sumado a la retahíla de polémicas que por estos días abundan en las redes sociales.
Para no hacer el cuento muy largo los enumero:
- Orishas vs Silvio Rodríguez con relación al tema Ojalá
- Manolín el Médico de la Salsa vs Javier Sotomayor por declaraciones del segundo
A los cuales se suma este otro: el video de Eduardo del Llano.
Del Llano, que se confiesa no muy apegado a la tecnología, se encuentra en una etapa de descubrimiento de la red social Facebook, y en los últimos meses ha estado bastante activo divulgando videos en los que se graba a sí mismo opinando sobre diversos temas.
En el caso de este último, ya antes de comenzar lo advirtió, que era un tema muy delicado. Y habló.
¿Qué dijo? Veánlo Uds. con sus propios ojos.
A responderle saltó una de las mentes más brillantes, lúcidas y valientes entre los jóvenes cubanos de hoy: la periodista Mónica Baró.
Baró, ganadora del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo 2019, seleccionada como uno de los “rostros” más importantes en Cuba en el 2019, y además fue seleccionada como una de los cien jovenes que inspiran un mejor futuro en América Latina, parece haberse molestado sobremanera con relación a la forma en que Eduardo abordó el asunto del derrumbe ocurrido en La Habana el pasado 27 de enero y escribió:
“En este minuto, en el que casi acaban de ser enterrados los cuerpos destrozados de tres niñas que murieron por el derrumbe de un balcón, que nunca debió derrumbarse encima de ellas si las instituciones estatales hubieran hecho su trabajo, nada más que eso, porque nadie les pide que venzan el bloqueo sino que hagan su trabajo, no hay nada, absolutamente nada en este mundo, que sea más importante que el hecho de que esas tres niñas perdieron la vida por negligencia de instituciones estatales.
Tres niñas negras, hay que decirlo, porque no es casual que en los barrios más pobres, donde peores son las viviendas y mayores los riesgos de derrumbes, habiten principalmente poblaciones negras. Cualquier hecho que se utilice para comparar la tragedia nacional, la vergüenza nacional, de la muerte de esas tres niñas y, seguido, muy sutilmente, disminuir la gravedad del hecho de que estén muertas por negligencia, es una falta de respeto descomunal hacia esas madres que recién enterraron a sus hijitas.
No es el momento, como recién acabo de escuchar decir al realizador Eduardo del Llano en un video, que si en Nueva York ocurrió un derrumbe, que si en tal lugar pasó esto otro, que por qué no reaccionamos contra tal cosa, que si Trump. Establecer esas comparaciones para cuestionar la legitimidad del dolor y de la indignación de miles de cubanas y cubanos, de madres, abuelas, tías, padres, abuelos, tíos, expresa una insensibilidad mayúscula. Equivale a reprochar: “qué hacen ustedes lamentando las muertes de esas tres niñas y no el Coronavirus, esas muertes de esas tres niñas no son tan graves en comparación con las muertes de, no sé, las niñas en África que mueren de hambre”. Y bueno, si la intención es minimizar la relevancia del hecho, siempre se puede comparar con el Holocausto o con la propia esclavización de poblaciones africanas de la que seguro esas niñas provenían.
Porque comparar la muerte de Rocío, María Karla y Lisnavy con tragedias con más víctimas fatales, o de otros países, es intentar minimizar sus muertes, su gravedad, y todas las reacciones que han habido. Y es irrespetuoso. Nada es más importante ahora que el hecho de que están muertas y que sus muertes pudieron evitarse y que los responsables necesitan asumir las consecuencias de sus actos.
Este no es el momento de decir “ay pero la ciudad no está tan mala”, o “ay pero en Estados Unidos también ocurren derrumbes”. No. No lo es. No se puede minimizar ni relativizar de ninguna manera la gravedad de la muerte de esas tres niñas, ni las reacciones a sus muertes, ni la preocupación de que vuelva a ocurrir por el estado calamitoso en que se encuentra La Habana.
Aquí no valen los “qué pena sus muertes pero…” Aquí solo vale “qué pena sus muertes”. Y punto final.
Si quieres hablar de lo injusto que es el capitalismo y los derrumbes en la Conchinchina, hazlo sin empezar por las tres niñas muertas de La Habana Vieja. Hazlo en otro momento. Tres niñas murieron en La Habana Vieja el 27 de enero porque hubo personas que no hicieron su trabajo y nada es más importante que eso. En La Habana hay, según datos de 2016, 34 400 familias en viviendas que suponen un peligro para la vida y nada es más importante que eso. En los consejos populares de Centro Habana, en 2016, había 14.277 personas habitando en 459 inhabitables irreparables, que deben en su mayoría seguir en esos mismos inmuebles, y nada es más importante que eso. Solo en Los Sitios había registrados 91 inhabitables irreparables, en los cuales residían 3.841 personas: 1.879 mujeres, 1.140 hombres y 822 niñas y niños. En Cuba, en 2017, se reportó un déficit de unas 883 mil viviendas, y en La Habana, un déficit de casi 207 mil, y nada es más importante que eso.
Si algo podemos hacer por Rocío, María Karla y Lisnavy es no dejar de denunciar los problemas con la vivienda y las amenazas que abundan en la ciudad para quienes la caminan, pero sobre todo, para quienes habitan en los barrios donde esas amenazas se encuentran y para quienes viven en viviendas que son amenazas.”
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10157037887141395&set=a.10153316064036395&type=3
En días pasados había escrito:
“Decir que sus muertes fueron un accidente es decir que el único responsable fue el azar y que ninguna de las instituciones estatales que debieron estar implicadas en el proceso de demolición del balcón de la calle Vives –como la Dirección Municipal de Planificación Física, la Dirección Municipal de la Vivienda o la empresa contratada para demoler, que usualmente es Secons– tuvieron responsabilidad en sus muertes. Culpar al azar implicaría reconocer que las personas encargadas de la demolición de ese inmueble hicieron correctamente su trabajo y que deberían continuar haciéndolo como lo han venido haciendo hasta ahora. Si nadie cometió ningún error, si no hubo negligencia, no hay nada que cambiar.
Hacer justicia pasa por determinar responsables. Mientras tragedias de este tipo se consideren accidentes, historias similares van a repetirse una y otra vez, hasta que no quede en la ciudad un edificio en mal estado en pie. No son más cintas amarillas lo que necesita La Habana. Si en La Habana se pretendiera colocar cintas amarillas en cada sitio donde existe peligro de derrumbe, necesitaríamos miles de kilómetros de cintas amarillas y las familias vivirían sorteando cintas amarillas en el baño o la cocina, pues hay quienes comen, duermen y ven televisión en viviendas que están en peligro de derrumbe.
Si algo necesita La Habana, y el país todo, son viviendas dignas, y justicia.”
Un par de días antes, en un texto aparecido en la página de Facebook del medio alternativo El Estornudo, Mónica escribió esto:
Sin dudas tres acercamientos con un grado de intensidad y conocimientos sobre el tema envidiable.
La joven también en días pasados se refirió al tema de “Orishas vs Silvio”, y lo escrito por ella se convirtió en viral en Facebook. Quizás una “respuesta” que muchos estaban esperando al “conflicto”.
Con relación al video de Eduardo del Llano, lo advertimos, va a dar qué hablar por muchos días.
¿Debió referirse así Eduardo del Llano a lo sucedido en La Habana Vieja? ¿Los problemas de Cuba tenemos que compararlos con los problemas en el extranjero para sentirnos – como diría Silvio – “un tilín mejores?”
La mesa, está servida.