Cuando vio el ataque del peligroso monstruo de los mares, no lo pensó ni por un segundo para jugarse la vida y salvar a su hijo.
Nick Arthur, de 16 años, por poco ve convertido en pesadilla su día de playa cerca del Cabo Hatteras, en Carolina del Norte, cuando sufrió el ataque de un tiburón mientras se encontraba a unos 8 metros de la orilla.
Él y su hermana jugaban lejos de la costa despreocupadamente, saltando sobre las olas, y de repente el adolescente empezó a gritar porque lo había mordido lo que calcula como un tiburón de unos cinco pies de largo, contó a medios locales.
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“Traté de levantar mi pierna fuera del agua y lo vi: ‘Oh, Dios mío, es un tiburón de 5 pies de largo sujeto a mi pierna’”, aclaró en la entrevista.
Nick dijo que las manos le sangraban abundantemente, y que la sangre que manaba se mezclaba. Pese al dolor, intentó zafarse de la mordida, pero “no podía ver lo que estaba pasando. Mis dedos estaban todos raspados porque estaba tratando de abrir su boca”.
Entonces fue que llegó el momento del rescate. Su hermana salió despedida a pedir ayuda y acudió el padre, y ambos se pusieron a golpear al tiburón repetidamente, hasta que una patada del hombre hizo que el escualo soltara a su presa.
El padre de Nick, Tim Arthur, apuntó que vio como su hijo gritaba mientras intentaba, al mismo tiempo, quitarse al escualo de encima.
“Nadie piensa que te vaya a pasar, hasta que te pasa”, afirmó Nick, quien salió del incidente con marcas en sus manos por su intento de abrirle la mandíbula y con otras señales visibles en su pierna de los filosos dientes: 40 heridas punzantes que le recordarán este incidente para siempre.
El ataque a Nick ocurre semanas después de que otro le costara la vida a Ben Kelly, un surfista de 26 años de California, atacado por el peligroso tiburón blanco, para convertirse en la primera persona fallecida por esa causa en el norte de California desde 2004, indica el portal Today.
Julio Linares