Esta cubana se aferró a la vida como pocos; o como casi nadie lo ha hecho. Al menos no en Cuba; no entre los enfermos por covid-19.
Yaquelín Collado Rodríguez fue dada de alta este viernes 22 de mayo, tras 59 días hospitalizada. Se trata de la paciente de mayor estadía en una unidad de cuidados intensivos entre todos los contagiados cubanos con el nuevo coronavirus en Cuba.
Yaquelín se encontraba ingresada en el hospital Comandante Manuel Fajardo Rivero, y su despedida, mientras se dirigía a casa fue muy emotiva.
En el Manuel Fajardo la llamaban “la enfermera de Caibarién”. Médicos, enfermeros, personal de muy diversas ramas dentro de la salud batallaron durante casi dos meses por devolverle a Yaquelín la tranquilidad de saberse viva, de saberse recuperada, de saber que volverá a vestir su uniforme de enfermera. Lo hicieron porque era colega, mujer, cubana; porque nadie merece morir. Mucho menos quienes batallan día a día por cuidar la vida de los enfermos. Y Yaquelín es una de los suyos.
«Que todo el mundo sea guerrero y luche por seguir adelante, que ayudemos a quienes podamos y sigamos adelante, que yo voy a luchar por mis hijos, por mis nietos y por mi país», dijo horas antes esta mujer que se ha convertido en todo un símbolo de guerra contra la covid-19; el mayor símbolo a nivel nacional, uno de los más grandes a nivel mundial.
Sí, porque no son muchos los que han estado tanto tiempo en una sala de hospital, mucho menos más de un mes en una sala de Cuidados Intensivos en Cuba, batallando contra la covid-19.
Dice el Dr. Jorge Eduardo Berrio Águila, director del «Manuel Fajardo Rivero», que jamás olvidará el caso de esta cubana de 53 años.
Según su testimonio, “las manifestaciones clínicas de Yaquelín resultaron un verdadero rompecabezas debido a la diversidad de síntomas y un estado de salud que mejoraba y empeoraba casi al unísono.”
“Yaquelín padecía diabetes mellitus e hipertensión arterial, entre múltiples irregularidades,” y según Berrio Águila, “atravesó por un complejo cuadro que la mantenía en estado de gravedad, por el cual requirió un tratamiento sumamente costoso para estabilizarla.”
Se trata de un caso sumamente complejo. Estuvo 59 días internada, y de ellos 37 en terapia intensiva.
«La paciente arribó al país el 14 de marzo, procedente de una misión en Venezuela. Comenzó a sentirse mal el día 23 del propio mes para ingresar en la institución un día después, cuando los estudios de PCR confirmaban la positividad».
El relato de su cuadro clínico, publicado en el diario oficialista Juventud Rebelde es todo un cúmulo de problemas y malos augurios, pero esta cubana se aferró a la vida como pocos; o como casi nadie lo ha hecho. Al menos no en Cuba; no entre los enfermos por covid-19.
“Su diagnóstico reflejaba insuficiencia respiratoria aguda, neumonía viral, y el síndrome severo de distrés respiratorio del adulto (SDRA), o sea, la aparición de fenómenos inflamatorios y necrotizantes del alveolo pulmonar que la llevó a la terapia intensiva.
«Estuvo 30 días acoplada a un ventilador mecánico, que a nivel mundial se considera un predictor de mortalidad elevado en gran número de los pacientes», precisa el Dr. Berrio Águila.
Entonces aparecieron contratiempos. Durante el periodo de asistencia con el ventilador mecánico se intentó el llamado destete o proceso de transición de la ventilación artificial a la espontánea, pero en dos oportunidades resultaron fallidas y hubo que volver a acoplarla.
«Tenía demasiada inestabilidad en las funciones respiratorias. Cumplió con todo el protocolo establecido por Cuba para estos casos, con la administración de fármacos indicados en cada etapa, incluidos los anticuerpos monoclonales que ofrecen excelentes resultados, como el Itolizumab, y a raíz de una neumonía nosocomial (NN) o sobreinfección, se le trató con una amplia gama de antibióticos suministrados con racionalidad».
Para que se tenga una magnitud de lo que vivió Yaquelín, anote: Durante su estancia en terapia intensiva tuvo tres paros cardíacos.
«He pasado por mucho, pero siempre he salido vencedora como todos los trabajadores de la Salud, ya que hace 33 años soy enfermera», expresa ahora ya fuera de todo peligro.
La cura
Yaquelín recibió medicamentos citoprotectores, unidos a técnicas de reanimación pulmonar. Hubo que además emplear la anticoagulación, tanto profiláctica como terapéutica. Se le aplicó la trombolisis con estreptoquinasa, una modalidad muy común en pacientes con infarto agudo del miocardio.
«El proceso duró seis horas y así se convirtió en uno de los pocos casos trombolizados en Cuba producto del SARS-CoV-2», asevera el director del hospital militar villaclareño.
El 27 de abril hubo que recurrir a la traqueotomía hasta que, en días posteriores, se le retiro la cánula endotraqueal.
«Entre avances, retrocesos y sorpresas, los días finales de abril trajeron la noticia esperada: en dos muestras de PCR tomadas a Yaquelín, su carga viral era negativa, resultado ratificado el 20, con un tercer examen que la confirmaba como caso recuperado entre, no sin antes pasar por otras áreas de la institución».
«Yo no sé cómo agradecer tanto», dijo Yaquelín a la salida.
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