El pasado 7 de mayo el periódico oficialista Juventud Rebelde publicó la historia vivida en plena epidemia de Covid-19 por Leonel Boligán Castillo. Este hombre, jubilado de 67 años y paciente de Oncología con limitación de locomoción en una pierna, allá en Alto Songo, municipio santiaguero de Songo La Maya, vio colapsar la fosa de su casa y estuvo viviendo, puede decirse que entre el excremento durante casi todo un mes, pues desde abril ya presentaba problemas la fosa.
Según el anciano contaba, la limpieza le correspondía el día 6 de mayo, pero el carro nunca fue. Como es lógico, eventualmente el asunto “se fue de control”. Fue un carro a su casa, el 17 de abril y no pudo hacer nada.
Entre viajes, gestiones con Comunales, la Delegada y el gobierno, vivió un mes Leonel esperando le destupieran la fosa.
Ahora – 8 de junio – es que responde Maricela Fernández Hernández, directora general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado Aguas Turquino. Según esta funcionaria “las investigaciones realizadas comprobaron la razón de Leonel”, y agrega:
«Hubo negligencia en la prestación del servicio por parte de trabajadores de la señalada unidad, afirma, lo que provocó el razonable malestar, y que sintiera transgredidos sus derechos; hechos comprobados, de los que se le informó al cliente el 11 de mayo, en visita a su domicilio por parte de directivos y especialistas de Aguas Turquino».
Maricela afirma que la limpieza de la fosa tocaba el día 17 de abril.
«Se comprobó, precisa, que luego de esa fecha no se adoptaron las medidas eficientes para resolver la solicitud. Hubo morosidad en buscar solución al caso, del que lamentablemente conoció la Dirección General de la entidad el mismo día en que fue publicada su reclamación, y no antes como debió ser, para buscar una correcta y legal solución a esa necesidad».
La directiva expresa que “se aplicaron medidas disciplinarias a los responsables de las deficiencias detectadas; advertencias o señalamientos individuales, y multas de hasta el diez por ciento del salario básico de un mes, por poseer estos una historia y conducta laboral correctas”.
La nota de la directiva expresa que estos trabajadores “deben valorar su improcedente actuar y adoptar las acciones oportunas y eficaces, para evitar que hechos como los constatados vuelvan a suceder.”
Ya el malestar está y ha quedado demostrado una vez más que el único método verdaderamente eficiente que tiene un ciudadano en Cuba para que se solucionen parte de sus problemas es acudir a la prensa oficialista o a Facebook -a expensas esta última táctica de ser multados con $3000 pesos- y allí desenmascarar delante de todos el problema que provocan las malas actitudes de otros.
Lástima que las hojas de un diario no alcancen para tantas quejas.
por Roberto A.
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