Cuando se cumple un aniversario más de las palabras de Fidel Castro que definieron la política cultural de la Revolución, un funcionario del gobierno de la isla afirma que millones de personas le deben todo, culturalmente hablando, al exgobernante cubano.
Este 30 de junio se cumplen 59 años de las tristemente célebres “Palabras a los intelectuales”, y Fernando Rojas afirma que hasta los emigrados cubanos “deben su desarrollo espiritual” a una intervención de Castro que estuvo relacionada, de forma directa, con un acto de censura a creadores cubanos.
El actual viceministro de Cultura afirma que “millones de cubanos, incluyendo a aquellos que viven fuera de Cuba y sus descendientes, o sea, más de 15 millones de personas, deben su desarrollo espiritual a esta política de Estado”.
Millones de cubanos, incluyendo a aquellos que viven fuera de Cuba y sus descendientes , o sea, más de 15 millones de personas, deben su desarrollo espiritual a eata política de Estado https://t.co/hae560hZl7
— fernando rojas g (@fernandorojas_6) June 27, 2020
Como se ha hecho usual desde su muerte, la estrategia de los medios oficialistas y autoridades cubanas se ha dirigido a presentar a Castro como una suerte de padre omnipresente y omnipotente, cuyas ideas son el origen de todo lo que ha sucedido en el país desde que llegara al poder en 1959.
A tono con esa línea directiva del aparato propagandístico, Rojas lo eleva ahora a la categoría de padre espiritual, no solo de aquellos que viven en la isla, sino también de quienes emigraron del país tratando de buscar un futuro mejor para ellos y sus familias, lejos de su dominio.
Aquellas admonitorias palabras que pronunciara en junio de 1961, sirvieron para concluir tres días de reuniones en la Biblioteca Nacional, relacionadas con una coyuntura polémica: la decisión del ICAIC de no exhibir PM, una película de Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal.
Las autoridades de la isla han defendido siempre las palabras de Castro frente a artistas e intelectuales, que dejaron para la posteridad una frase que define la política cultural cubana: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”.
De esa manera, Castro sentaba las bases para el tratamiento a artistas, escritores cubanos y creadores, quienes no podrían mostrarse críticos hacia el régimen cubano, por el peligro de sufrir persecuciones.
La realidad durante casi seis décadas ha demostrado que ni siquiera era -o es necesario- apuntar directamente hacia el gobierno, pues quedó a los censores el derecho de decidir si las obras cumplen o no con los listones culturales sentados entonces, y que Rojas afirma hoy son una “política de Estado”.
Más que una cuestión puramente cultural, lo que Castro dejaba claro con “Palabras a los intelectuales” es que no iba a tolerar pensamiento independiente de parte de los creadores cubanos. Uno de los adalides de aquellas “Palabras a los intelectuales”, Miguel Barnet, lo confirma en su artículo del 29 de junio en el medio oficialista Granma: “las cosas tomaron un rumbo diferente, o más bien, se definieron posiciones ideológicas que se cocían en varios ambientes de intelectuales y artistas”.
Fidel Castro llamaba entonces a que los artistas subyugaran sus necesidades creativas porque “la Revolución dice: pongan ese espíritu creador al servicio de esta obra sin temor de que su obra salga trunca. Pero si algún día usted piensa que su obra puede salir trunca, diga: bien vale la pena que mi obra quede trunca para hacer una obra como esta que tenemos delante”.
Desde entonces, los decisores han decidido truncar ellos mismos las carreras de muchos artistas o escritores que muestran su desacuerdo con el régimen de la isla, como ocurrió con el famoso caso del poeta Heberto Padilla y con muchos otros durante el fatídico periodo conocido como el Quinquenio Gris -en la década del 70- que destruyó las carreras de muchas personas y sus sueños.
Esa abierta represión cultural se ha extendido hasta la actualidad. En carne propia la han sufrido creadores en la Muestra Joven ICAIC, evento en que jóvenes realizadores vieron censurado un corto por “ofensas” al héroe nacional José Martí. Similar suerte vivió, meses atrás, Sueños al pairo, sobre la vida y la obra del músico exiliado cubano Mike Porcel.
Son esas mismas directrices que Castro compartió en su intervención las que provocan la persecución de conocidos artistas independientes como Luis Manuel Otero Alcántara o Tania Bruguera, que sufren arrestos constantes y maltrato policial.
Pasaron 59 años desde que fuera dicha la frase que la hizo pasar a la historia -“Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún nada”-, pero “Palabras a los intelectuales” sigue más viva que nunca, como el instrumento para intentar acallar las voces de quienes, con criterio propio, no comulgan con el gobierno cubano y su política cultural.
Omar Cortázar
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