Cuba pretende atraer el capital extranjero para desarrollar su deprimida y atrasada agricultura, pero solo menciona bondades y no los muchos elementos negativos existentes.
El país intenta vender el potencial desaprovechado que subyace en los campos de la isla, a la cual promocionan como “lugar oportuno para invertir en la agricultura”, según un artículo publicado este mes por ProCuba, entidad adscrita al Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.
No obstante, el artículo no tiene en cuenta aquel proverbio que anuncia que “el que avisa no es traidor” y no menciona, por supuesto, las conocidas dificultades del sistema de la agricultura, así como los problemas que viven quienes quieren pretenden llevar adelante proyectos de inversión extranjera en la nación caribeña.
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Entre las bondades que esgrimen para el capital foráneo está la “amplia disponibilidad de tierras fértiles”, unas 6,3 millones de hectáreas aptas para el cultivo, “de las cuales 2,7 millones se encuentran cultivadas y con excelentes condiciones climatológicas”.
No obstante, el diario Granma advertía en 2017 que Cuba tenía “menos del 25 % de los suelos con niveles de agroproductividad de primera y segunda categorías”, y que “prácticamente no existen tierras con categorías uno y dos para entregar. Las disponibles tienen niveles tres y cuatro, fundamentalmente, con muy baja agroproductividad”.
Además, la autora del trabajo de ProCuba se refiere a cómo se impulsa el estudio de carreras agropecuarias y forestales, junto a una red de institutos que brindan servicios vinculados con la conservación y uso de los suelos, sanidad vegetal, medicina veterinaria, entre otros.
En efecto, la isla posee mucha tierra ociosa e improductiva que no se aprovecha para la siembra. En un intento por hacerla producir, entre las medidas económicas impulsadas por el exgobernante Raúl Castro estuvo la entrega de dichos terrenos en usufructo.
Pero a más de una década de ese momento, son reiteradas las quejas sobre el proceso, pues mientras las autoridades cubanas hablan de potenciar las reservas para producir alimentos y disminuir las importaciones, los encargados retrasan la entrega.
“Urge ser más ágiles en los trámites para conceder las entregas, porque hay personas que, entre aprobaciones y trámites, para poner a trabajar la tierra a veces demoran más de un año”, afirmó el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel.
Unos 12 070 campesinos cubanos aún se encuentran en los mencionados trámites aguardando por el papeleo y por las tierras que tan generosamente la entidad adscrita al Ministerio del Comercio Exterior menciona cuando habla de la “amplia disponibilidad de tierras fértiles”.
¿Qué tipo de tierras hay para entregarles a estos campesinos en espera? Aquellas que “se encuentran, por lo general, alejadas de los asentamientos poblacionales y de las comunidades agrícolas, carecen de agua y vías de comunicación y presentan alta infestación de marabú, lo cual no las hace atractivas”, explicaba Eddy Soca Baldoquín, director de Suelos y Control de la Tierra del Ministerio de la Agricultura (Minag) a Granma.
ProCuba también se olvidó de advertir de uno de los graves inconvenientes de la inversión extranjera en la isla: procesos muy dilatadas y engorrosos, y en su lugar, habla de “generosos incentivos”.
Estas demoras están provocadas por un miedo que el propio Raúl Castro llamó “falsos temores hacia el capital externo”, de acuerdo con la versión del diario Granma, cuando en realidad debería llamarse de otra manera a lo que ocurre en el país desde que fuera promulgada la Ley de Inversión Extranjera.
Las cifras que brinda el MINREX demuestran que de octubre de 2017 a igual mes de 2018 se autorizaron solo 40 nuevos negocios. En el caso de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, la joya de la corona que el gobierno esgrime para atraer la inversión extranjera, a casi siete años de su fundación en 2013 apenas registra 52 negocios aprobados, según su propio sitio web.
Para intentar simplificar los 16 pasos que se debían realizar, Cuba puso en marcha en 2020 la Ventanilla Única de la Inversión Extranjera, que permitirá “que los trámites se transparenten y simplifiquen en 95 por ciento”, apuntó el semanario Opciones.
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ProCuba también argumenta la validez de invertir en Cuba usando una planta invasora, amenaza eterna de los campos cubanos, el marabú, al decir que el país “posee también vocación para la biomasa forestal, orientado al aprovechamiento de la biomasa de Marabú para la producción de carbón vegetal”.
Claro que no enfoca como problema sino como virtud las miles de hectáreas infestadas con marabú, pues solo en Camagüey 192 842.57 hectáreas (…) de la superficie agrícola del territorio, están ocupadas por esta planta invasora”, de acuerdo con una nota del periódico Adelante, citada por el sitio ADNCuba.
La entidad cierra su catálogo de virtudes invitando a la inversión extranjera en la economía, por “razones antes expuestas y por los generosos incentivos ofrecidos por Cuba en la Ley 118 de inversión extranjera”.
Omar Cortázar
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