Sobarse o el pase de la cinta son algunos de los remedios caseros para curar los males estomacales

De niña padecía del estómago. Todos los meses mi mamá tenía que correr conmigo para el hospital. “Una mala digestión”, esa era el diagnóstico del médico sin poder brindar un tratamiento efectivo. “Obsérvela, mamá. Las primeras horas son vitales, si continúa con los vómitos la trae”, y regresábamos a la casa con más dudas de las que teníamos cuando entrábamos en la consulta.

Entonces, la solución a ese problema fue recurrir a los antiguos remedios caseros. En Cuba, aun cuando existe un sistema de salud que se vanagloria de estar entre los mayores logros revolucionarios, el pueblo para algunas cuestiones prefiere resolver sus dolencias con rituales tradicionales que han demostrado causar mayor alivio que el de esperar por horas en un cuerpo de guardia para ser atendido.

El más popular es sobarse. “No hay nada mejor para curar el empacho”, asegura Caridad, quien se dedica a esto desde joven. “Muy pocas personas tienen buena mano. Yo lo aprendí de pequeña viendo a mi madre. Para esto nunca puedes estar predispuesto, ni de mal humor y saber bien como trabajar, sino en vez de bajarlo, se riega y la persona se complica. Entonces si termina en el hospital”.

Existen varias maneras de realizarlo: por las piernas o en los brazos. La persona encargada de aliviar la dolencia tiene que haber comido varias horas antes o “se les puede virar la bola hacia ellos”. En la extremidad se riega una grasa, casi siempre aceite casero para maniobrar mejor. Al concluir, “das tres saltos, lo más alto posible, una cucharada de aceite y sal o un buche de café con aceite, y quedas como nueva”, indica la señora.

“Casi siempre las personas que se dedican a eso son ancianos, pero de verdad que es increíble el efecto inmediato. A las dos horas, después de dormir un rato como indican, ya estás listo para comer y te sientes muchísimo mejor. En el hospital desconocen cómo tratar este tipo de cosas, por eso nunca voy en situaciones similares”, comenta Odalys.

Otra forma de aliviar las dificultades estomacales es mediante el pase de la cinta. Una ceremonia que ante todo amerita silencio. Un extremo del cordón en el ombligo del enfermo y el otro se va en brazos del curandero. Mediciones un tanto extrañas y rezos indescifrables, al borde de la barriga, serán necesarios para desaparecer las molestias.

Pero la digestión no es la única que encuentra refugio en estas prácticas. Los dolores en los huesos y la inflamación de las articulaciones se curan con caisimón. Una hoja verde, grande, silvestre que pocos sabrían identificar, aparece como la solución a los constantes quejidos.

María Luisa padece hace años de la rodilla. Le cuesta caminar. Dice que cuando está en crisis su hija le busca bastantes gajos, los lava y los mantiene en el frío. “Para ponérmelos los lleno de mentol y eso penetra al instante. Pocas cosas me disminuyen la molestia como eso”.

“En el policlínico me dijeron que la solución era la fisioterapia, pero eso solo me calma al momento. Luego los latigazos vuelven y me paso días sin dormir. Con las hojitas se me baja la inflamación enseguida y la incomodidad es menor”, agrega la señora.

“También están los té y las infusiones de menta, salvia, manzanilla y retoños de hojas de naranja para el estómago y el catarro. El tilo para los nervios. La guayaba para los baños de agua tibia debido a las erupciones en la piel y la verbena con alcohol para bañarse en caso de fiebres altas”, declara Gladys.

Sin embargo, el ingrediente más completo para distintos padecimientos es el vinagre. “Si me siento muy llena, inflada e incómoda, solo basta con una taza pequeña de vinagre y agua. Para evitar la sequedad de la piel y los granos: dormir untada del líquido es la mejor opción. Al día siguiente el cambio se nota de inmediato”, añade.

Por años, estos remedios se han transmitido de generación en generación hasta convertirse en parte de la cultura de la isla. Las personas que los usan garantizan curarse con mayor rapidez que visitando al médico. En Cuba, a veces, los legados de la abuela parecieran tener más valía que las indicaciones de un profesional.

Vladia Rosa García


 

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