Cada junio -mientras todos celebran- yo extraño a mi padre un poco más

Mi padre tendría hoy casi 77 años, que cumpliría el próximo 29 de julio. Ha pasado mucho tiempo, real, desde aquel 27 de noviembre de 1992, pero no me lo parece. Le sigo echando de menos como el primer día. Desde su muerte, creo que soy otra persona. Cambié en casi todo, sin proponérmelo.
Sigue doliendo tanto por lo inesperado del suceso. Yo cursaba el cuarto año de la Licenciatura en Periodismo, y me disponía a comenzar un examen, de Historia de la Prensa creo. Entonces me avisaron. El tiempo me dio casi justo para llegar al hospital, en la parrilla de la bicicleta del entonces jefe de mi mamá. El señor tuvo la delicadeza de recogerme e ir conmigo emparrillada desde G y 25 hasta el Hospital Finlay, en Marianao.
Preferí, en un acto incomprensible quizás, no ver nunca a mi padre muerto en el hospital. Tampoco en la funeraria. Todos los recuerdos que guardo de él son en vida.
Años después un psicólogo amigo me explicó que como no tenía ninguna imagen de mi padre muerto, por eso siempre era recurrente aquel sueño en que lo encontraba y corría hacia él. Despertaba tristísima porque mi padre jamás me reconocía. Y la pesadilla volvía cada cierto tiempo: solo cambiaba la locación y mi amargura, que cada vez era más intensa.
Han pasado ya 27 años de la muerte de papi. Muchas veces me pregunto qué pensaría de la mujer que soy. De mi decisión de no tener hijos, él que era tan de sus niños. De haber escogido para mi sobrino su nombre: René. De que este sobrino me lo recuerde tanto, cuando por ejemplo mientras se baña no deja de cantar bajo la ducha. Y nunca vio a su abuelo hacerlo: el René joven tiene solo 14 años.
Nunca más he guerreado con nadie por un libro: competíamos  para ver quien lo acababa primero. Ni nunca más he sentido que un hombre me celaba tanto: sin maldad alguna, sin recelos, ni deseo de posesión. Era su manera de protegerme, que de muy joven nunca entendí. Me molestaba tanto cobijo, el mismo que ahora daría lo que fuese por tener. Le extraño mucho, a veces insoportablemente.
Ania Liste

 

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