Un paquete postal con varios medicamentos en su interior y con destino a la ciudad de Matanzas, regresó varios meses después a su remitente original en Santiago de Cuba: Regresó abierto y con algunos frascos de medicinas rotos. ¿Quién responde?

Rosario Rodríguez Matamoros (calle 2da. no.612, entre Avenida Garzón y Calle K, reparto Sueño, Santiago de Cuba) llegó a creer firmemente que el paquete postal que ella impuso el 7 de junio de 2019 en el correo central de Santiago de Cuba se había perdido, pero no. Estaba, como dijera el guajiro del cuento de la gelatina “vivito y coleando”.

Se trataba de un paquete con varios medicamentos en su interior cuyo peso bruto era 1,938 kg. El paquete fue dirigido a Matanzas. Y nunca llegó.

Cuenta la mujer en su misiva enviada a la sección Acuse de Recibo, que “la destinataria y el cartero correspondiente se presentaron en varias ocasiones en el correo central de Matanzas para recoger el bulto.” Sin embargo, cada vez que fueron la respuesta era la misma: aquí no ha llegado ningún paquete.

Sin embargo, tres meses después el paquete apareció.


Claro que no vino caminando por sus propios pies porque evidentemente ni pies ni patas tiene. Lo trajo, mejor dicho, fue devuelto por correos a la remitente. Perdón, una corrección: ella debió ir a recogerlo en la oficina de correos Santiago 4 del reparto Sueño.

«¿Cuál no sería mi sorpresa, expresa, al ver que el paquete era el mismo que yo había enviado a Matanzas, rotos tanto el paquete como algunas de las medicinas que contenía. Me negué a llevármelo», expresa la mujer en su misiva con evidente ira.

Decidida a no quedarse con su honor mancillado, Rosario hizo la reclamación correspondiente en el departamento de Atención a la población, allí mismo, en Santiago de Cuba. Hizo su reclamo en menos de 24 horas, pero desde ese mes, septiembre del 2019, no ha recibido respuesta sobre lo sucedido. La justificación es que “Matanzas no responde”.

«Ellos aquí en Santiago, refiere Rosario, no consideran que deban darme una respuesta. Lo único que puedo pensar es que si los medicamentos hubieran hecho la diferencia entre la vida y la muerte del destinatario de mi paquete hoy estaríamos lamentándolo.

«Alguien pudiera argumentar que en caso de ser una urgencia no hubiera elegido enviar las medicinas por esta vía. Sin embargo, creo que, sea más o menos urgente la entrega en las condiciones adecuadas de un envío, le corresponde a la entidad encargada de prestar el servicio. Y ha de hacerlo con calidad, dejar satisfecho al cliente, cuidar de los bienes que se le encomiendan y responder a los ciudadanos cuando se presenta algún imprevisto o dificultad. Es lo mínimo como ejercicio de respeto a los otros y de la empresa a sí misma», concluye la mujer su queja.

Desde ya se avizora la creación de una comisión investigadora que analizará los hechos y que tomará sanciones contra los implicados. Amonestaciones ante el colectivo laboral, o rebajar a los implicados a una plaza de menor remuneración económica se antojan como posible escarmientos contra los implicados. Los otros problemas de fondo, la vergüenza y el mal rato que le hicieron pasar a Rosario, eso, no tiene precio.

Tal y como dice ella en su misiva: ¿qué tal si esos medicamentos hubiesen significado la vida de una persona, quién respondería por eso?

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