“Te dicen que solamente pueden comprar combustible los autos estatales, o sea, aquellos que tengan tarjetas avaladas por un centro laboral”

Mientras que el discurso oficialista en la isla sigue fantaseando con que ya pasó la “coyuntura”, basta con mirar las gasolineras de La Habana para percatarse de lo contrario. “Aquí la crisis no se ha ido. Unos días se siente más que otros. Es un fastidio cada vez que tengo que parar en un CUPET para echar combustible al carro”, cuenta Ignacio Rodríguez, chofer en la capital. Hay orientaciones de arriba de solo vender a autos estatales.

Recientemente las críticas de la población se han enfocado en la distribución de la gasolina en los servicentros y CUPET. “No es solo que haya poca. El caso es que te dicen que solamente pueden comprar los autos estatales, o sea, aquellos que tengan tarjetas avaladas por un centro laboral”.

Tal y como lo describe Miguel Ángel Batista, dependiente en un servicentro, se han producido episodios incómodos entre las personas y los empleados de estos establecimientos. “A veces cuesta decirle a la gente que no. Sobre todo, cuando uno mismo sabe que necesitan del diésel para trabajar, para comprar comida, o buscar al niño en la escuela, pero desgraciadamente eso es lo que hay”.

Uno de los trabajadores del CUPET ubicado en la esquina de 24 y 26 en el Vedado argumenta que ellos solo cumplen orientaciones. “La orden fue suministrar solamente a carros del estado. En tanto la cantidad que llega a nuestras entidades siga siendo mínima esos son los clientes que tienen prioridad”.

La situación ha generado también cuestionamientos en torno a otras estrategias que últimamente han ocupado los titulares de la prensa oficialista. “¿Cómo van a ‘facilitar’ la venta de vehículos a los cubanos cuando no son capaces de ofertar todo el combustible que se demanda?”, se pregunta Alberto Román. “Es otra de las incoherencias de este sistema. Sacar automóviles que luego no podrán andar. Tal vez todo es parte de entretener al pueblo con el pirulí, darle buenas noticias para que no hagan demasiado énfasis en las malas”, se responde.

Por su parte, Sergio Suárez, botero, insiste en que después que se adscribió a la famosa licencia regular y disminuyó los importes de pasaje, aún no ha recibido todo el petróleo que le prometieron. “Ahora es cuando empieza el problema, tengo que comprar el combustible por la izquierda y es más caro. Eso no lo dicen las autoridades cuando se afilan los dientes hablando de todas las multas que cobran y las licencias que quitan a quienes supuestamente, infringen la ley”.

Para Iraldo Cruz en los puntos de venta de combustible pasa algo muy peculiar. “Los puedes ver abarrotados de autos en un momento, cuando avisan que llegó el petróleo o la gasolina, cualquier combustible. Generalmente se observa una nutrida fila de carros estatales. Luego, cuando se agota lo que entró, estos sitios vuelven a una quietud espeluznante y así pueden pasar varios días. De hecho, hasta las calles más transitadas de La Habana después de las 8:00 pm lucen vacías”.

Ante la escasez de combustible, calles desoladas
Pocos carros circulan en las avenidas habaneras durante la noche

Lo peor es que esta vez no se habla de un barco de diésel en camino que mitigará la crisis. Ni siquiera se ha vuelto a mencionar el término coyuntura. Los días insufribles que se están viviendo en la mayor de las Antillas pudieran ser un tráiler de lo mucho que queda por pasar.

Texto y fotos: Lucía Jerez

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