Desde el 2012, cuando el último derrumbe estrepitoso, el Campoamor permanece vallado. Los vecinos aguardan una restauración que no llega

En los últimos días circulaba en redes sociales una foto del interior del Campoamor, donde en medio de las ruinas aparecen parqueados bicitaxis. Un reportero de Cubacomenta se acercó al lugar y comprobó que esta imagen es antigua. Aunque el teatro, desgraciadamente, sí sigue en ruinas.

“Antes era parqueo de bicicletas, bicitaxis y carretillas de vendedores”, recuerda Andrés Linares, quien trabaja en un almacén enfrente del lugar. “Después se deterioró mucho y a cada rato se escuchan los estruendos de los derrumbes, por eso lo cerraron completo”.

Actualmente unas tejas viejas aguantadas por un candado obstaculizan la entrada al majestuoso edificio. El escenario que en los años 30 y 40 del pasado siglo resumía el buen arte del entorno habanero se ha reducido a ruinas. Eso queda del Campoamor, y de sus estrenos de zarzuelas, operetas, películas y obras musicales: una fachada vacía.

Los vecinos de la zona aclaran que en enero del 2012 un derrumbe sellaría eternamente el destino del prestigioso local. Desde entonces los habaneros, que crecieron oyendo historias de las veladas dramático-musicales, largometrajes y bufos, aguardan la restauración del Campoamor.

En mayo de 2019 el portal de la emisora Radio Ciudad de La Habana anunció una supuesta reparación del local. “Hoy, después de mucho esperar, finalmente está siendo rescatado, como lo fue en su momento el simbólico teatro Martí”, apuntaba Radio Ciudad de La Habana. Todo quedó en palabras.

“Ya nadie pasa por aquí a preocuparse. Mientras reparaban el Capitolio pensamos que lo harían también con esto, es lo único que no han arreglado de los alrededores. Por un lado, hicieron nuevo el bulevar de San Rafael; por otro, el Gran Teatro de La Habana, pero el Campoamor sigue igual o peor que antes”, afirma Judith Matos, residente en la calle Industria.

 

De las últimas historias que se recuerdan de este lugar está la de Reynaldo, un hombre que luego de trabajar por varios años en el edificio se quedó habitándolo. El protagonista, alguna vez hace años, aseguró a los creadores del documental Arte Nuevo de Hacer Ruinas que mientras vivía allí fregaba, cocinaba, botaba la basura, cuidaba las plantas y hacía las actividades cotidianas. Era una suerte vivir en el Campoamor.

Precisamente con la ayuda de Reynaldo, el fotógrafo Eduardo García concibió la serie Hogar. Y resultó finalista del Magnun Photography Awards 2016.

“Ahora sí no tiene ningún uso. El día menos pensado se viene abajo entero y quizás lamentamos otras pérdidas además de las del teatro”, opina Nieves García, vecina de San Rafael.

Lo que fue el Campoamor

El 20 de octubre de 1921 quedó inaugurado en la esquina habanera de Industria y San José lo que sería en los venideros años el orgullo de la cultura cubana. En el Teatro Campoamor se proyectaron obras cinematográficas de vanguardia para la época, como la primera pieza sonora de Warner Brothers, acompañada de un sistema de audio que solo poseían los modernos cines de Nueva York, Chicago y California.

Personalidades como Rita Montaner, Libertad Lamarque, Imperio Argentina y Lola Flores, estuvieron en las tablas del Campoamor con actuaciones incomparables.

Según una crónica del escritor cubano Miguel Barnet, el Campoamor era “un teatro tipo vienés, de herradura, para voces pequeñas y gastadas (…) donde lo más granado de La Habana se daba cita y las chusmas diligentes se apelotonaban”.

“El teatro Campoamor abrazó su cenit con las veladas afrocubanas organizadas por Fernando Ortiz y la Hispanocubana de Cultura”, agrega Barnet.

“Teatro Campoamor, no dejes que lo que queda de ti caiga estrepitosamente al suelo”, concluía la crónica de Barnet. Al parecer, esta caída está cada vez más cerca.

Texto y fotos: Vladia Rosa García


 

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