Ni botas de trabajo tienen muchos campesinos cubanos para cosechar la tierra. A otros les falta el combustible para arrancar el tractor
Muchos de los problemas con la agricultura que enfrenta la isla y que inciden directamente en la carestía de alimentos y opciones para la población, pudieran tener su origen en las malas condiciones de trabajo y la falta de recursos con la que deben lidiar a diario los campesinos cubanos.
“A la ausencia de fertilizantes, abonos, líquidos e insecticidas se suma la escasez de mochilas de fumigación, botas de agua y piezas imprescindibles para hacer funcionar toda la maquinaria que necesita la tierra para que produzca bien”, cuenta Esmildo Ortiz, campesino mayabequense.
Ismael José, pequeño agricultor artemiseño, recuerda la vez que la muerte le pisó los talones en el terruño que heredó de su padre, donde tenía unas caballerías de arroz sembrado. “Yo iba a anegar y cuando fui a encender la turbina me dio un corrientazo que me tiró al suelo. Parece que había un pase de corriente y mis botas estaban agujereadas, el agua penetró y ahí mismo fue la cosa. Antes en la ferretería del pueblo vendían las botas. Nunca fueron baratas pero uno hacía el esfuerzo, ahora no hay ninguna. Para un agricultor eso es indispensable, es la manera de mantener la salud y protegerse de un pinchazo, la picada de un animal o la contaminación en sentido general”.
Roberto Torres, campesino de esa misma región, se queja de que el Estado siempre los pelotea. “Nosotros, por supuesto, tenemos un contrato con las cooperativas donde debemos acopiar un por ciento grande la cosecha. Se pasan el año diciéndonos que nos darán petróleo, que si un cheque para esto o para lo otro, pero lo cierto es que nunca sucede. Al final hay que entregarle parte de la recogida y la inversión fue íntegramente de uno. Cuando analizas, la ganancia es mínima”.
Arnaldo Rodríguez asegura que por cosas como estas ya la tierra no da para tanto. “Antes tú decías que tenías finca y era sinónimo de tener dinero, de estar bien. Pero hay que tener esa cruz para percatarse de que ahora solo es un medio de explotación más, aun cuando sea tuya la tierra. A veces yo no tengo ni combustible para arrancar el tractor y tengo que ir al campo en bicicleta, que está a 12 kilómetros de mi casa. Y yo ya tengo 75 años, no estoy para eso. La CCS (Cooperativa de Créditos y Servicios) es la que nos debe garantizar todos esos recursos, porque a fin de temporada son los primeros que te llaman para que les des lo que les toca. Bueno, lo que dicen ellos que les toca.
Pablo Sánchez, funcionario de una cooperativa en el municipio de Güines (provincia Mayabeque) asevera que ellos solo reciben lo que el Estado asigna y a partir de ahí distribuyen a los campesinos: “Es verdad que las carencias son muchas y que ahora con el problema del combustible todo se ha agudizado”.
Aunque la prensa oficialista en la isla solo habla de cumplimientos y sobreproducciones y nunca trata la situación real de los agricultores. El pasado 15 de febrero como parte de la asamblea de balance en Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en el municipio de Sagua de Tánamo, en Holguín, el periódico ¡Ahora! de esa región oriental entrevistaba al campesino, Iledaire Molina Hechavarría.
Entre las limitaciones que el joven agricultor exponía estaban el transporte y otros recursos. “Quisiéramos tener en algún momento el transporte ideal para comercializar nuestras producciones en la zona (…) Además, necesitamos algunos recursos que nosotros no producimos, como las botas de agua, ropa y otros insumos que son vitales en la labor agrícola como machetes, lima, que en ocasiones nos dan pero no son suficientes y ante estas dificultades se deben poner los implementos que existen en manos de los que de verdad producen”.
Texto y fotos: Lucía Jerez
Puedes leer también: Datos no muy claros: ¿Las tierras poco productivas en Cuba pasaron del 67 al 76,8 por ciento?