Ulises Toirac vive “en el fuego”. Por tener criterio propio; por decir lo que piensa; aunque para algunos no es suficiente y otros, lo acusan injustamente de cosas que ni él mismo le gusta aclarar pero, esta vez, le llenaron el gorro de… erizos.
Ulises Toirac sigue, como cada semana, en medio de la tormenta.
Este veterano humorista cubano sí que sabe lidiar con “la mala leche”. Le han atacado extremistas de ambos bandos. Los oficialistas le critican que, lo que dice, sirve de “carroña” para los medios independientes que trabajan el tema cubano. Lo acusan incluso de ser “financiado”.
Del otro lado, muchos que en Cuba jamás se opusieron a nada y siempre levantaron la mano y marcharon como corderitos, ahora, en el exilio, quieren que Ulises Toirac sea más crítico de lo que es. Muchos, con nivel escolar muy bajo, lejos de exponer una idea o un criterio lo que hacen es ofender y atacarlo.
Toirac, siempre, ha sabido sortearlos a todos, pero…
En días pasados, un “cuadro” cubano lo atacó. Lo atacó incluso sin conocerlo siquiera. Lo desconocía tanto que lo “ubicó” en los EE.UU.
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El “flaco” dice que le iba a dar cuatro bolas malas al comentario. O sea: no hacerle caso.
Sin embargo, alentado por algunos amigos decidió responder. Y pitcheó bajito. Y a 100 mp/h.
¿Qué dijo? Grosso modo aclaró que él, Ulises Toirac, tiene su conciencia muy tranquila. Que duerme como un bebito cuando pone su cabeza en la almohada.
“Entre la ocupación y el defraudarme mucho el extremismo que día a día se desata entre cubanos (a lo cual atizan todas las publicaciones habidas y por haber, unas en busca de “views” que les permitan vender su publicidad y otras sencillamente por vocación), la verdad es que buscar tiempo para compartir ideas o chistes se me va haciendo precario,” comenzó diciendo Ulises Toirac hasta que fue al meollo del asunto. Al pollo del arroz con pollo.
https://www.facebook.com/ulises.toirac/posts/3624566784244226
“El tema es que hace unos días un berraco autotiludado “periodista” que ni siquiera sabe que vivo en este país… desbarró olímpicamente tildándome de cuanto se le ocurrió. No es mi intención darle notoriedad de ocasión y además quienes me han seguido de cerca aquí o me conocen en mi vida personal saben que detesto el chisme y el brete y el dime-que-te-diré. Contestar al que increpa desde la más absurda ignorancia y el extremismo mentecato es tiempo perdido generalmente. Pero muuuchos amigos que sé que me quieren se han sentido indignados y me lo han expresado. A ellos por supuesto mi cariño. Así que para el imberbe y todos los demás quiero aclarar dos o tres punticos:
1. Vivo en Cuba. Y no por obligación o necesidad. Vivo por elección y no quiero decir con eso que suscribo ninguno de los extremismos. Vivo porque en la Habana tengo muchos tesoros entre los que cuento a mi familia y mi hogar, entre los que están también la escuela primaria en la que estudié y la esquina donde robé el primer beso de amor, porque es donde rompe el Caribe contra el malecón que más extraño cuando cuando estoy lejos.
2. No me subvenciona ni me soporta ninguna organización. Ni las de muchas ni las de pocas letras. Ninguna. A mí nadie me paga por decir lo que pienso. A mí no me envía dinero nadie del extranjero, no me llenan un cheque en ningún sitio de este mundo, no me traen cestas en navidades ni me dan casas en la playa, ni me ponen gasolina en la tarjeta (en primerísimo lugar porque no tengo auto). De hecho no me paga ni mi empresa del Ministerio de Cultura. Yo siempre he sido el que le ha pagado a todas las empresas en las que he estado y esta última ni siquiera se ha dignado a pagar la “ayuda” de epidemia, así que me siento más libre económicamente que un tomeguín mojao en medio del monte.
3. Que al servicio de este pueblo he puesto más de 30 años de talento, sacrificios y trabajo, que mi currículum en letra pequeña lleva cinco páginas y una de ellas es de premios y reconocimientos entre los que no pongo el de la gente de a pie (que son los que más atesoro) porque no cabrían las páginas en un solo tomo. Y no menciono esto por vanidad sino porque creo que hay que recordárselo a ciertos estúpidos bisoños que parecen no saberlo como no saben que a golpe de sonrisas he realizado tres programas (no uno sino TRES programas) de altísimo “rating” nacional que le han permitido al cubano de a pie tirar a mierda el resto de la semana y salir de la necesidad cotidiana y agobiante aun en los momentos más duros de estos últimos años. Cuando la incultura y el analfabetismo ideológico puedan llenar la tercera parte de mi esfuerzo y entrega, quizás sea digna de ser escuchada.
4. Digo lo que pienso porque a eso me enseñaron mis maestros desde bien pequeño. Y mis padres. Todos ellos me enseñaron que callarse lo que uno piensa, o no abrir la boca para expresarse (aun cuando pueda que me equivoque), o estar de acuerdo con las injusticias, no es de buen cubano. Igual me enseñaron a pensar y a ser inconforme y a señalarme si pensaba que la mayoría levanta la mano por algo con lo que no puedo estar de acuerdo. Ante todo porque guardar silencio es ser partícipe de los errores y las injusticias.
5. Y que puedo (en fin) decir como el Maestro al que un día acusaron de “no tener calzones” por no apoyar el inmediato alzamiento (sabiendo como sabía que aun no se lograban las condiciones para enfrentar a España), en lo que constituía no solo una falta elemental de respeto a su hombría, si no a su entrega total a la causa (por muy generales curtidos en la batalla que fueran los que lo tildaban de “flojo”). A eso airadamente respondió José Martí algo que suscribo con igual vehemencia a quienes me acusan de “flojera”: “No sólo tengo calzones, si no que no quepo en ellos”.
Craso error de mi parte. No es periodista imberbe. Es nada más y nada menos que Director de las Sociedades Científicas de la Salud en Cuba. (Nota agregada 24 horas después, disculpen)
Dicho todo esto, ¿qué más puede pedírsele a Toirac?
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