El tema de las tiendas virtuales en Cuba sumó otro capítulo más de desesperación, robo, agonía, frustraciones y burocratismo, esta vez en Pinar del Río. Alimna Azcuy Mejías es una cubana que lleva más de un mes esperando por un dinero que le debían devolver en 24 horas.

El caso de Aliamna Azcuy Mejías (Ampliación de Virtudes no. 41, entre Basilisa A y B, reparto Cuba Libre, Pinar del Río) es muestra fehaciente de lo mal que funcionan las cosas en Cuba. Y sí, es un mal general.

Es general porque nadie puede explicarse cómo un mes después de que ella intentara efectuar una compra en la tienda virtual Guamá, de esa ciudad, el 12 de julio pasadas las ocho de la mañana, y que la compra resultara infructuosa, el dinero que le fue descontado de su tarjeta, no haya regresado a la misma.

Es, como dice el Juventud Rebelde “una agonía”; es una agonía multiplicada en decenas de personas a lo largo y ancho del país; una agonía que se suma a las agonías acumuladas durante más de medio siglo. El burocratismo y la ineficiencia; las pocas ganas de hacer y a veces hasta de despegar el trasero de una silla están tan institucionalizados y metidos en la médula de cuadros y funcionarios cubanos, que uno no se explica cómo es posible que a Aliamna no le hayan devuelto su dinero. Y son 232 pesos.

Lo más gracioso de todo esto es que ahora, luego de verse “empalados” en la prensa, como siempre sucede “nombrarán una comisión para investigar lo sucedido”, le echarán la culpa “al bloqueo” y de ser posible, “alguien bien arriba” intentará encontrar un chivo expiatorio “bien abajo” para que este pague las culpas de lo sucedido.

Para no hacer el cuento muy largo: Aliamna intentó realizar una compra virtual; no pudo completarla, pero le rebajaron el dinero de su tarjeta.

Lo peor, sin embargo, vino después.

Más de un mes lleva esta cubana “peloteada” de un lado a otro. Entre CIMEX S.A., entidad responsable de la compra y el Banco Popular de Ahorro (BPA), que a través del sistema automatizado le comunicó que le devolverían el dinero en 24 horas. Ni uno ni otro, ni CIMEX ni el BPA han hecho lo que tenían que hacer: darle lo que ella quiso comprar, o devolverle el dinero de lo que no le vendieron, pero le rebajaron de su tarjeta.

CIMEX
Nueve sucursales por todo el país y ninguna vale un centavo. Las tiendas virtuales de Cimex son una verdadera porquería. Los cubanos se quejan pero el “negocio” sigue igual.

Tuvo suerte, ¡muchísima suerte!, Aliamna que, cuando llamó el 14 de julio a CIMEX para hacer la reclamación, ¡le respondieron!

Más suerte tuvo cuando reconoció en la persona que la atendió a una trabajadora muy amable que, “después de solicitarle algunos datos personales, le dio el número de su reclamo para posteriores acciones (0925143)”.

Sin embargo, dos días después, le respondió otra persona: un verdadero ogro. Esta le dijo que “tenía que esperar a que llamaran de mi provincia, pues ellos no tenían que darle respuesta alguna”.

Un día después, la llamaron de CIMEX. La orden no había sido generada nunca y por tanto el problema le pertenecía al banco. Que fuera allí, le dijeron, a ver si le daban alguna repuesta.

No le dieron ninguna.

banco popular de ahorro en Cuba
Banco Popular de Ahorro en Cuba. Basta mirar esos rostros para darse cuenta uno de las pocas ganas que tienen que trabajar. Les pagan una miseria, y siempre están llenos de problemas.

En el BPA la atendió Geima, responsabilizada con los cajeros automáticos. Esta llamó a la sucursal electrónica en La Habana. Según “orientaciones” recibidas de sus superiores, ” las devoluciones de CIMEX y Tiendas Caribe son de esas corporaciones”. Geima le aseguró que “ellos no tenían que ver nada en el asunto.”  Tomó sus datos y quedó en darle respuesta cuando la sucursal electrónica se la diera a ella, pues iban a indagar en el tema. Pasó una semana, Aliamna llamó al BPA, y Geima le confirmó que no le habían dicho nada.

Que siguiera esperando, que ella la llamaría.

En fin, que un mes después, Aliamna está sin dinero y sin comida. Y la vergüenza gubernamental, se la comió un  chivo.

por Ariel P.

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