Como no les iba a dar dinero, pues se apareció con algo que los españoles valoran mucho: langostinos. Así agradeció a quienes le salvaron la vida.
El portal Runrun.es nos trae la noticia de Luis Comella, un venezolano que emigró hace tres años desde Caracas, a Burgos, España y que luego de recuperarse del coronavirus volvió al hospital donde le salvaron la vida con 50 kilos de langostinos, dice que para agradecerle a los médicos por lo que hicieron por él. No contento con eso, dice que además tiene otra misión: enseñar a bailar salsa a aquellos que no saben.
Fueron 12 los médicos que le atendieron y que fueron “premiados” con los langostinos, un alimento muy delicioso y de alto valor para los españoles. Luis, aunque emigrado reciente, sabe el valor que tienen los mariscos, y de su empresa también envió cajas de frutos del mar a las 48 personas que trabajan en la unidad de la ECMO, de Valladolid.
“Es de bien nacidos ser agradecidos”, expresó.
Su historia es conmovedora. Se fue quedando poco a poco sin oxígeno en la sangre y que el coronavirus “casi lo mata”.
Despertó en un hospital de Valladolid, a hora y media de Burgos donde vive, rodeado de personas con batas blancas. Allí, rememora, “le lavaron la sangre” con un aparato que le ayudó a recuperar el oxígeno que le faltaba.
Sus síntomas comenzaron el 20 de marzo. Sintió pesadez en el cuerpo, fatiga, débil, como si fuera a enfermar. Error. Ya estaba enfermo.
Conocía del coronavirus, por suerte, y cuando comenzó y prosiguió la tos, y apareció la fiebre, primero de 37 y luego de 38, se fue a una clínica privada.
Cuenta que allí, apenas lo examinaron.
“Concluyeron que tenía amigdalitis y lo mandaron a su casa. Dos días después, regresó porque se sentía peor. Los médicos insistieron en el diagnóstico y le cambiaron el antibiótico recetado. Él desconfió, pero regresó a casa.
“El 24 de marzo, por recomendación de su esposa, volvió a la clínica para exigir que le hicieran la prueba de coronavirus. El resultado fue lo que temía: positivo. Fue ahí cuando le dijeron que debía irse a un hospital público porque ellos no podrían hacerse cargo”.
Desconoce cómo contrajo el virus. Ninguno de los empleados de su empresa se contagió Tampoco se contagiaron en su casa. Un misterio.
Estuvo, hospitalizado, 24 días. Los respiradores artificiales parecían no poder ayudarle en nada. Empezó, además, a bajar de peso.La recaída fue tal que debieron entubarlo.
Luis se recuperó gracias al ECMO (siglas en inglés de “oxigenación por membrana extracorpórea”), una terapia que permite apoyar la función de los pulmones o el corazón cuando alguno de estos no trabaja de manera adecuada. Poco a poco comprendió no solo la gravedad del coronavirus, sino además supo de primera mano cuánto hicieron por él quienes lo salvaron de la muerte.
Perdió 11 kilos en un par de semanas.
La compañía de don Eliseo, un antiguo panadero de 85 años proveniente de un pueblo pequeño a 80 kilómetros de Burgos, lo ayudó a superar completamente la enfermedad.
Don Eliseo estaba peor que él, así que él se debió hacer cargo del anciano mientras compartieron habitación los últimos siete días de ingreso.
“Yo le atendía el teléfono, le cambiaba la tele, lo llevaba al baño, ayudaba a comer. En fin, nos hicimos panas (…) Eso me sirvió de ayuda. El sentirme útil y acompañado”, asegura. A ambos le dieron de alta el mismo 15 de abril. Regresó a los pocos días con los 50 kilos de langostinos repartidos en 100 bandejas.
Dice que las clases de salsa, quedan pendientes para finales de año.
por Ariel P.
There is no ads to display, Please add some