Casa de Campo, en el Caribe dominicano, es el resort de lujo que acogió a Juan Carlos I
Mientras unos tratan de que vuelva a España y declare, y otros llevan adelante la petición para que le sean retirados los honores de rey emérito, Juan Carlos I lo observa todo -confiado en su sangre azul- desde un resort de lujo en República Dominicana.
Al Casa de Campo Resort & Villas llegó Juan Carlos -según ha trascendido- luego de pasar por Portugal y gracias a su larga amistad con el empresario cubano Pepe Fanjul, quien en junio de 2019 era de las 10 fortunas más grandes entre los nacidos en la isla, según la lista de Forbes.
Hace pocos minutos la agencia española EFE informaba que el Tribunal Supremo rechazó la petición de la ONG Omnium Cultural que solicitaba la adopción de medidas cautelares contra el rey emérito. De acuerdo con la providencia del Tribunal, ni se activará la “búsqueda internacional” del rey Juan Carlos ni será citado a declarar de manera inmediata como investigado.
Por ahora el padre de Felipe VI continuará en el Caribe dominicano, en La Romana. Como bien se describe en el portal de Casa de Campo Resort & Villas, Juan Carlos está alojado en “el destino de lujo favorito de los viajeros exigentes y celebridades de todo el mundo, que lo prefieren por ser una comunidad cerrada y privada, y gozar de un entorno seguro y exclusivo”.
Poco le da -suponemos- la petición que ya han firmado37 mil 480 ciudadanos para que le sean retirados los honores de rey emérito y que se fundamenta así:
Dinero en paraísos fiscales, amistades peligrosas, supuestos maletines llenos de dinero… Las actividades de Juan Carlos de Borbón tanto antes como después de su abdicación son muestras inequívocas de que el padre de Felipe VI no merece el título de rey emérito.
Este honor, otorgado en el año 2014 por decisión del Gobierno de Rajoy, debe ser retirado por el actual Gobierno lo antes posible. Es solo potestad del Ejecutivo revocar el Real Decreto 470/2014 de 13 de junio. No se trata solo de una posibilidad, sino de una obligación moral para cualquier Gobierno que se precie de luchar contra la corrupción.
Juan Carlos I debe andar por Casa de Campo en modo discreto, para no levantar más polvareda, pero campechano como siempre. Riendo, quizás, con algunos de los memes que corren sobre él en redes sociales. Probablemente otras publicaciones no le hagan tanta gracia. Como la de “Empiezan a verse los primeros elefantes en las calles españolas tras la marcha de Juan Carlos I”. Porque le recordará aquellas disculpas que debió emitir en abril del 2012, cuando se descubrió su safari en Botsuana y dijo a todos los españoles con cara de pena: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir“.
Casi seguro que al rey emérito también le ha desagradado, y mucho, la portada de la revista satírica Mongolia. En la foto con rolos no sale muy favorecido y los de Mongolia, además, no se callan nada de sus movidas y de quienes, sin complejos, secundan a Juan Carlos I: “Acabamos de descubrir que Juan Carlos I es un vulgar comisionista fiestero. Menuda novedad, ¿no? Pues en nuestra portada lo tenemos en una de las fiestas que se va a pegar este verano a costa de todos y con los últimos amigos que le quedan: la guardia pretoriana y hormonada de Bocs. ¿Qué harán? ¿Qué consumirán? ¿Fumarán sapos? ¿Se grabarán? Todo son preguntas…”
No obstante, desde un resort de lujo en el Caribe dominicano, por muy mal que vaya todo, la vida tiene otro color. Mucho más cuando se sabe que la justicia no es igual para todos. Privilegios de los de sangre azul en España.
Andreu Romero
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