Quizás Descemer Bueno no previó la respuesta tan rápida y virulenta del viceministro de Cultura, Fernando Rojas

En una nueva directa en Facebook ayer domingo, el cantautor cubano Descemer Bueno prosiguió lanzando improperios contra el gobierno de la isla. Sus palabras de los últimos días, que sorprenden a muchos, ya provocaron la reacción en Twitter de Fernando Rojas, el viceministro de Cultura.

Decía Descemer en su Facebook Live: “Ahora mucha gente que viven en Cuba me están mandando unos mensajes bastante desagradables… Lo primero que les quiero preguntar es por qué un cubano que sale de Cuba, cuando regresa tiene que pedir un carnet de identidad; si ese cubano ganó algún dinero y quiere tener alguna propiedad allá para mejorar la vida de su familia… Es un absurdo de características graves; tienes que ir al país donde naciste a hacer una serie de trámites para que te reconozcan como cubano. Es lo que pasa con muchos seguidores, que no conocen lo que pasa con Cuba”.

Así proseguía el compositor y productor Descemer Bueno: “Adoro a mi país, a los médicos cubanos, a los músicos cubanos. Adoro al cubano de a pie, por eso es que he estado tantos años yendo a los hospitales, a esos donde hay niños con cáncer. Usted señor que me dice que ya no me quiere, que me querías hasta ayer, porque estoy diciendo lo que nunca dije. Es triste que me ataquen”.

El músico precisó que quienes gobiernan en Cuba parecen creerse los dueños de la Tierra, del universo. Refirió que hace dos años -y puntualizaba “y me quedé callado”- en una finca que compró en Alquízar en 2010 entraron unos 40 hombres después de romper un candado. “Orlando Vistel -presidente del Instituto Cubano de la Música- me hizo la vida imposible, me puso una puerta cerrada para que no pudiera tocar nunca allá. Año tras año. Nunca me diste la cara, siempre me ponías a tu secretaria”, agregaba.

Ante tales denuncias, incluso con nombre y apellido, probablemente al viceministro de Cultura, Fernando Rojas, se le orientó reaccionar con firmeza.

En Twitter ante la pregunta de un internauta que reflexionaba: “se te están virando los artistas, parece que finalmente están abriendo los ojos”, Rojas lanzó:

“No aguantó la presión brutal que ustedes y los demás anexionistas ejercen, con el dinero del contribuyente estadounidense. Y mintió ahora mismo, como era previsible”.

En otro, Rojas apunta directamente a Descemer y suelta: “Gracias por demostrar que existe la mafia cubanoamericana en Miami. Igual lo sabíamos hace rato. Espero que su post sirva para nuevas investigaciones sobre el terrorismo contra Cuba”.

Pero el aguerrido Rojas, el ministro bravucón de las redes sociales que a más de uno ha invitado a fajarse en un parque, no ha sido el único que ha cargado contra Descemer. También Alexis Triana, el hoy Director del Centro de Comunicacion (CREART), un funcionario grisecito, domesticado, obediente, que prefiere no se hable de su encontronazo con Fidel Castro cuando aún estudiaba Periodismo en la Universidad de La Habana allá por 1987. 

Triana postea contra Descemer y en la misma línea de Rojas, su viceministro querido: “Cada vez que veo a este Descemer que era “Bueno”, compitiendo de manera mísera con el infame de Otaola, -o más ebrio o drogado, o el mismo cínico como siempre él ha sido y no lo quisieron ver- me pregunto hasta donde llega nuestra cuota de responsabilidad en haber convertido a este desafinado cantante y lamentablente buen compositor, en este sujeto tan popular en nuestros escenarios y en nuestra radio y televisión. Véanlo hablar y comprueben lo que digo: Hay que ser basura de la basura, para denigrar de lo que te amparó y sostuvo… Plasta de m…”.

Por muchos años, pese a las exigencias de algunos sectores del exilio en Miami, Descemer Bueno evitó opinar sobre quienes gobiernan o han gobernado Cuba. Ahora ha roto su silencio, inesperadamente. Solo él podrá abundar en las razones, las verdaderas. Aunque ya haya entendido, con mucha premura, que con viceministros como Fernando Rojas o funcionarios como Alexis Triana, la isla de todos los cubanos hace tiempo -mucho- que se hunde.

Neus Francino

 

 

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