El edificio que se derrumbó parcialmente en Belascoaín y San Miguel este martes tenía sus días contados. Estaba herido de muerte.

Una colaboradora de Cubacomenta, María Carla Prieto, lo sentenciaba en febrero de este año. De hecho, acertó con la causa de su desplome parcial, aunque equivocó el mes en que este ocurrió. Para más desgracias, le ocasionó  la muerte a una persona; algo que María Carla jamás hubiese deseado.

En un trabajo publicado el día 27 de febrero lo decía: “no resistirá a las lluvias de mayo”. Y alertaba también: “En todo el edificio no hay ninguna cinta o señalización.”

Lo alertaba, escribía entonces la colaboradora, “para que cuando se dé la próxima e inminente desgracia, no aparezcan vecinos fantasmas en el diario oficialista Granma y acusen a algunos habaneros de negligentes.”

https://wp-core.cuballama.net/belascoain-y-san-miguel-un-edificio-que-se-sostiene-por-arte-de-magia/

Las imágenes de aquel trabajo periodístico titulado Belascoaín y San Miguel: un edificio que se sostiene por arte de magia hablan por sí solas.

Son el triste recuerdo de lo que sucedió una vez, entre otras anécdotas, el día que una joven, de pronto, por un derrumbe parcial, terminó en la calle entre escombros junto a su bebé recién nacido.

En los bajos del edificio, entre los escombros, existía un vertedero. Un vertedero que recogía Comunales. El hombre que falleció este martes, era un trabajador de ese organismo.

“Hemos ido a todas las instancias habidas y por haber. Del otro lado solo vive una familia pues, menos el piso de su casa, todos los demás vinieron abajo. Ellos tienen orden de albergue pero no han querido irse”, explicaban a Cubacomenta en febrero Raúl y Yolanda, su madre, vecinos del segundo piso.

Algo similar refería la vecina del piso superior, una anciana de 80 años.

De la mala estructura del edificio que se desplomó parcialmente el pasado martes, también habló en febrero Eduardo, un joven que pernoctaba en la azotea, para evitar ser un albergado más.

Randelis, su madre, rememoraba en febrero como tras derrumbarse el techo del cuarto lo convirtieron en un criadero de gallinas; no porque les gusten las aves, sino para asegurar el huevo y la carne que se comen.

Su esposo, en febrero, alertaba: “El balcón está en un hilo, ya ni siquiera podemos tender en él y el baño cualquier día nos cae encima. Cuando el Habana 500, pintaron todos los edificios para la foto, y este lo borraron en la computadora, pero bueno, este es el país donde miserablemente vivimos”.

por Roberto A.


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