Las tiendas en dólares son tan solo otro capítulo. La isla se ha detenido en el tiempo desde hace mucho. Cuba es la misma foto -con grises variados- desde 1959. Aunque a veces pareciera que no
Ahora dicen que el gran remedio, la solución, son las tiendas en dólares y esas nuevas medidas que anunciaron. Pero para quienes “desgobiernan” la isla caribeña desde 1959 este solo es otro intento de flotar, de posponer el gran hundimiento, mientras a la gente de a pie se le continúa pidiendo sacrificios. Y así se ha levantado en Cuba la misma foto en las últimas seis décadas.
Cuando se escriba la verdadera historia de Cuba desde que los barbudos bajaron de la Sierra Maestra, podrá hacerse un compendio jugoso de todas las jugarretas de la llamada Revolución. Destacará el cuento de la buena pipa de 1970: la zafra de los diez millones. Al respecto un artículo publicado en Cubaencuentro, en enero último, refiere: “La joya de la corona en esa convulsa época de megalomanía y desajuste de la realidad la tiene la intervención del 27 de octubre de 1969 en el teatro Chaplin, de La Habana. Definido como el acto para dar inicio a la etapa masiva de la zafra de los 10 millones de toneladas, definida desde su principio como una batalla histórica, heredera y precedida por una serie de batallas militares contra el imperialismo, como Bahía de Cochinos, la conquista del poder, la lucha de guerrilla o la del Escambray. Y define el orador, que esta zafra pasará a la historia de nuestro país”.
O aquello ocurrido en 1981. Fidel Castro aseguró entonces con jactancia: “¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!”. Nadie le explicó nunca a los cubanos en qué se había estado durante 20 años, desde aquel 16 de abril de 1961, cuando en la esquina de 23 y 12 en el Vedado habanero, se proclamó el carácter socialista de la revolución.
Así que a casi nadie, a estas alturas del partido, pueden engañar. Lo de las tiendas en dólares y las otras nuevas medidas “cacareadas” el pasado 15 de julio en Mesa Redonda es solo otro capítulo. Una brazada para el gobierno ganar tiempo. Camilo Venegas lo describe así en su blog El Fogonero: Ahora, de la noche a la mañana, la dictadura ha logrado poner en funcionamiento una cadena de tiendas en divisas… “Los mal nacidos por error”, como Miguel Díaz-Canel llamó una vez al exilio cubano, deben ocuparse una vez más de mantener a los 11 millones de sobrevivientes que permanecen en la isla. Solo así el país podrá huir hacia delante y evitar, por ahora, la hambruna.
Aunque no todos lo griten a los cuatro vientos, aunque algunos prefieran seguir callados -se comprende- por el temor a las represalias, Cuba es hoy la isla de la desesperanza, el desaliento y el desánimo.
Quizás por eso el cineasta cubano Juan Vilar se apresuró a postear en su Facebook un consejo para los más jóvenes; el remedio duele por su crudeza. Dice Vilar: “Para todos los que tienen de 18 a 21 años: no le hagan caso a los economistas que están escribiendo. La mayoría lo hace desde el whisky y la geografía extraña. Váyanse pá la p… de este país… todo lo demás es muela intelectual y pasadera de mano. Este país se acabó, se fue a la mierda y no va a levantar ni a jodía por las razones que sean. La vida es una, esta que me cogió con 57 años y ni católico, ni gusano, ni emprendedor, ni traidor, y el patriotismo siempre fue verde y se lo comieron los chivas. No le hagan caso a sus mayores ni les discutan que es muy triste tirarles la historia de su vida a cambio de dos libras de arroz y dos de frijoles. Los van a volver a joder de nuevo. Lo demás es cuento de camino”.
Vilar termina su publicación recordando aquella canción de Joan Manuel Serrat, “Pueblo Blanco”: Escapad gente tierna/Que esta tierra está enferma/Y no esperes mañana/Lo que no te dio ayer/Que no hay nada que hacer/Toma tu mula, tu hembra y tu arreo/Sigue el camino del pueblo hebreo/Y busca otra luna/Tal vez mañana sonría la fortuna/Y si te toca llorar/Es mejor frente al mar/Si yo pudiera unirme/A un vuelo de palomas/Y atravesando lomas/Dejar mi pueblo atrás/Os juro por lo que fui/Que me iría de aquí/Pero los muertos están en cautiverio/Y no nos dejan salir del cementerio.
La metáfora de una isla poblada de muertos -encerrados- en un cementerio, abruma. Siempre repito que hace casi veinte años, cuando dejé atrás Cuba, tomé la mejor decisión de mi vida. Mi padre creía en eso. Alguna vez yo también creí. El convencimiento de que todo era una gran mentira lo tuve en 1989, con la Causa 1. En un texto aparecido en 2012 en el diario español El País, La Causa 1 de 1989, vista por mis ojos adolescentes, Yoani Sánchez reflexionaba: “¿Cómo se convirtió ese momento en una de esas fechas para ubicar el ocaso de la Revolución Cubana? No creo que haya sido solamente por la simpatía popular que despertó aquel hombre altanero y apuesto que se encontraba en el banquillo de los acusados. Ni siquiera por lo falso que sonaban los generales -de rostros redondeados por la buena vida- culpando a uno de sus colegas por disfrutar de un lujo aquí, de un despilfarro allá. Tampoco puede decirse que fue sólo el evidente contraste entre el militar que había dirigido batallas en África y el Comandante en Jefe que jugaba a la guerra desde lejos, desde la comodidad de su despacho. Creo que todo eso confluyó para que muchos cubanos -en aquel momento- “se bajaran del tren” del proceso político. Pero a eso se le sumó –sin dudas- el deseo de encontrar una buena excusa para romper, un pretexto lo suficientemente fuerte para acabar de dar el portazo a una ideología que había defraudado a tantos. Los niños vimos esa metamorfosis en nuestros padres… no había forma de que saliéramos indemnes después de presenciar tal mutación”.
Siempre me pregunto de papi no haberse muerto en 1992, qué pensaría hoy. Lo de la isla pareciera una maldición instaurada hace más de seis décadas: en cada foto de familia, en cada cumpleaños, en cada celebración, falta alguien. Un eterno círculo vicioso: de Cuba muchos se van, otros lo siguen intentando y hay quien tiene la certeza que no podrá, nunca.
Ania Liste
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Es difícil la situación en Cuba ei país más afectado por el cambio climático y con el mayor estado terrorista a 150 millas,pero mientras en yanquilandia mueren los más necesitados los médicos cubanos salvan vidas en todo el mundo.Naturalmente que hay que cambiar muchas cosas en la perla del Caribe,pero no es el Brasil de Bolsonaro,Lenin (que vergüenza ese nombre)Moreno o la princesa Añez.!Ah!soy gallego.
hola, angel. gracias por leer cubacomenta. el artículo en cuestión trata de un dilema que ha estado siempre en la vida de muchos cubanos desde 1959. permanecer en la isla, al lado de la familia, o emigrar. saludos