Hace 26 años, unos 10 niños estaban entre quienes murieron en el hundimiento del remolcador 13 de Marzo en aguas de la Bahía de La Habana, una de las historias más controvertidas de la migración ilegal de los cubanos hacia Estados Unidos.
Este 13 de julio se cumple un aniversario más de los hechos ocurridos una madrugada de 1994, cuando la embarcación cargada con 72 personas se fue a pique después de ser embestida por otra nave cubana que se lanzó a su persecución, y murieron más de la mitad de sus ocupantes.
Pero, aunque pase el tiempo, los cubanos Sergio Perodín y Jorge García no olvidan a los seres queridos que fallecieron ese fatídico día: el primero perdió a su esposa e hijo, mientras de los 17 miembros de la familia de García que embarcaron solo tres sobrevivieron.
Ambos contaron su historia a medios de comunicación sobre el hundimiento, al que la prensa oficialista y Fidel Castro calificaron entonces como “accidente”, versión que los sobrevivientes han desmentido en varias ocasiones.
“La zarpada fue a unos 300 metros de la capitanía del puerto de La Habana. Con el motor a muy bajas revoluciones, decidieron alejarse al máximo de capitanía y bordear la bahía”, dijo Perodín en 2014 a la BBC.
Al poco tiempo, descubrieron que eran perseguidos por embarcaciones modelo Polargo, con casco de acero y preparados para apagar fuegos con cañones de agua a presión, que intentaron impedir el viaje.
Para lograrlo, Sergió contó que atacaron con chorros de agua la cubierta del remolcador 13 de Marzo y que después una nave los embistió y provocó una ruptura en el casco de madera.
“La embestida por popa deja una grieta por donde el barco empieza a hacer agua. Algunos de los niños y adultos que se encontraban en la sala de máquinas mueren en ese momento atrapados entre la entrada del mar y las máquinas del remolcador. Una vez lanzados al mar y el 13 de Marzo totalmente hundido, comienzan a salir a flote fragmentos del barco como pedazos de madera y una nevera industrial con aire atrapado en su interior. De la nevera se agarraron un grupo de sobrevivientes”, recordó.
Perodín narró que “las tres naves Polargo, con sus motores a máxima revolución, montaron un cerco alrededor de los sobrevivientes creando remolinos de agua”, y que poco después dieron paso a una embarcación militar de las tropas Guardafronteras para que recogiera a los náufragos.
Homenaje a las victimas del remolcador 13 de Marzo en #Miami uno de los peores crímenes cometidos p los Castro #Cuba pic.twitter.com/0AMqSgiZPD
— Sean Perez (@BAINOA76) July 14, 2016
A diferencia suya, Jorge García no estuvo cuando ocurrió la tragedia, pero conoció de cerca los preparativos porque su cuñado, Fidencio Ramel Prieto Hernández, era jefe de operaciones del puerto de La Habana y líder de la fallida expedición.
“Prieto se había encargado de revisarla minuciosamente, probarla en travesías de trabajo, ponerle casco y motor nuevos. Él tenía todas las llaves necesarias incluyendo las del timón y el motor del remolcador, por lo que no fue necesario usar la fuerza en ninguna instalación, ni en ninguna persona. Los siete tripulantes que trabajaban habitualmente en la embarcación se habían sumado a la fuga”, explicó García al medio británico.
Pero sobre las 6:00 am escuchó junto a su esposa como en la radio anunciaban que “en la madrugada de hoy, elementos antisociales sustrajeron por la fuerza del puerto de La Habana una embarcación con el fin de abandonar ilegalmente el país”.
Al mediodía, su hija María Victoria García Suárez, una de las sobrevivientes, llegó a su casa escoltada por militares, y fue entonces cuando tuvo certeza de la tragedia. “Yo pensé que el mundo se me acababa”, dijo a BBC Mundo.
Aunque varios medios hablan de 37 personas, un informe presentado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1996 afirmó que fueron 41 los fallecidos aquel día, y declaró al Estado de Cuba como “responsable de la violación del derecho de tránsito y del derecho a la justicia –de las 72 personas que intentaron huir de Cuba–, consagrados en los artículos VIII y XVIII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre”.
La versión manejada por los medios oficialistas habló de un robo y secuestro realizado por elementos antisociales. En su edición del día siguiente, el diario Granma informaba que “había zozobrado un remolcador robado por elementos antisociales y que salieron con vida 31 personas: 20 hombres, 5 mujeres y 6 menores de edad, existiendo un número indeterminado de desaparecidos”.
El hundimiento del remolcador 13 de Marzo ocurrió en el mismo año que la conocida “Crisis de los Balseros”, una oleada migratoria que se produjo en el verano de 1994 en Cuba, que derivó en la salida hacia los Estados Unidos de miles de personas, algunos en precarias embarcaciones, en medio de una ola de descontento en la isla por la precaria situación económica llamada Período Especial.
En este contexto, que también incluyó manifestaciones en las calles, el exgobernante cubano Fidel Castro se presentó ante la televisión, el día 5 de agosto de 1994, y contó que los tripulantes de las naves Polargo “hicieron esfuerzos por tratar de impedir la salida”.
“Se conoce perfectamente lo ocurrido: un barco se situó delante para tratar de reducir la velocidad, otro barco se situó detrás, otro barco iba al costado, pero ninguno de los tripulantes tenía la intención de hundir el barco aquel. Estaban tratando algo muy difícil, realmente, que es retener un barco. Todo esto ocurre de noche, en una noche oscura, mar fuerte; en esas condiciones estaban ellos tratando de evitarlo, mientras llegaban las patrullas de Guardafronteras”, refirió Castro y defendió la actuación de los tripulantes de las embarcaciones que interceptaron y provocaron el desastre del 13 de Marzo.
“El Ministerio del Interior indagó y no hubo la menor intencionalidad de hundir el barco. ¿Qué vamos a hacer con esos trabajadores que no querían que les robaran su barco, que hicieron un esfuerzo verdaderamente patriótico, pudiéramos decir, para que no les robaran el barco?”, se preguntaba entonces Castro, quien añadió que “el comportamiento de los obreros fue un comportamiento ejemplar, no se puede decir que no, porque trataron de que no les robaran su barco. ¿Qué les vamos a decir ahora, dejen que les roben los barcos, sus medios de trabajo?”.
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Aunque pasaron 26 años, Jorge García no olvida el día en que se ahogaron en el mar 14 miembros de su familia mientras intentaban emigrar, a escasa distancia de la costa de La Habana y, aunque le duela recordar, sigue exigiendo respuestas.
“Decidí cargar mi cruz y buscar justicia para mis muertos, que nunca me los devolvieron. Su cementerio es el mar”, admitió a Diario Las Américas en vísperas de este 13 de julio. “No hay día que no piense en todas las víctimas”, concluyó Jorge García.
Julio Linares
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