Migrantes cubanos que se encuentran recluidos en una instalación migratoria -tipo cárcel- en el estado de Nuevo México, son noticia en The Guardian, al relatar el modo en que su protesta fue reprimida por los guardias.
“De repente comenzaron a gasearnos”, dijeron los migrantes cubanos al diario, al revelar como de pronto, en sus celdas, fueron gaseados por los guardias del lugar.
Según ellos, protestaban por verse sometidos al riesgo de contraer la covid-19. Los guardias, pertenecientes a la firma privada CoreCivic, los reprimieron violentamente.
Irónicamente, plantean ellos, venían huyendo de la represión en un país comunista y conocieron el lado más cruel del capitalismo; justo antes de disfrutar sus bondades.
Los inmigrantes habían decidido establecer una huelga de hambre para protestar, pero la huelga apenas les duró un día. Los guardias “privados”, entraron armados con máscaras de gas, escudos y botes de gas pimienta; los acorralaron contra la pared, y comenzaron a rociarlos con gas pimienta.
“De repente, empezaron a gasearnos”, dijo Yandy Bacallao, un solicitante de asilo de Cuba de 34 años.
“Se podía escuchar a todos gritando por ayuda”.
Bacallao dice que trató de agarrar una camisa de su cama para cubrir la boca de un hombre que estaba luchando por respirar.
“El oficial me roció directamente en mi cara y en mi cuerpo, y corrí”, admitió Bacallao. “Sentí que me iba a ahogar”.
Al menos una persona se desmayó, mientras que el resto pedía “aire”. Aire para poder respirar.
El hecho ocurrido el pasado 14 de mayo en el centro de detención del condado de Torrance, un extenso complejo ubicado aproximadamente a una hora al sureste de Albuquerque.
La instalación está dirigida por CoreCivic, una compañía penitenciaria privada, y en su mayoría alberga inmigrantes bajo la custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU.
Un portavoz de CoreCivic, Ryan Gustin, confirmó el incidente y manifestó mediante una declaración escrita, que los guardias “respondieron a una protesta” y usaron gas pimienta “en un grupo de detenidos que se volvieron perjudiciales al negarse a cumplir con las instrucciones verbales proporcionadas por el personal” .
Varios de los migrantes que luego hicieron la denuncia, prefirieron ocultar su identidad por temor a represalias. Solo uno, Yusnel Bacallao, aceptó ser citado por su nombre.
“Mi garganta se cerró y me caí al suelo. No pude hablar. No pude respirar. Pensé que iba a morir”, concluyó.
por Roberto A.
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