Continúan las denuncias de los campesinos sobre los impagos del Estado cubano. Gente que suda los alimentos y luego no les pagan por lo producido.
“¿Qué responde la cooperativa?” Esa es la pregunta que se hizo en su columna “ciudadana” en el diario oficialista Juventud Rebelde el siempre optimista Pepe Alejandro, al recoger un nuevo caso de denuncias campesinas sobre impagos del Estado.
Sí, porque no es la primera vez que un campesino cubano acude a Pepe Alejandro, esa “válvula de escape” creada por el gobierno de la isla para difundir que su prensa es libre y que los cubanos pueden acceder a ella para quejarse.
La lógica indica que ningún ciudadano, de ningún país, debería acudir a un medio para resolver un problema que en primer lugar, debieron resolver otras instancias. En Cuba, la columna de Pepe Alejandro a veces adquiere matices de “Tribunal Supremo” pues no pocos cubanos acuden allí a resolver entuertos que ni los Tribunales municipales, ni provinciales, logran resolver.
En el caso que nos ocupa hoy, es el típico “llover sobre mojado” Otra vez aparece un campesino, o varios, para quejarse del adeudo del Estado. Gente que sudó la camisa en el campo, de Sol a Sol para producir alimentos, le dio sus alimentos al Estado y este, ahora, no le paga.
Ese es el caso de Joel Lázaro Rodríguez, productor porcino hace más de diez años, y asociado a la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Justino Arévalo en el municipio santiaguero de Mella.
El campesino revela que en los meses de febrero, marzo y abril de este año, le entregó no pocas piezas de carne a la Empresa Porcina Santiago, y hasta ahora, nananina tres patines con el dinero.
El campesino libera a la Empresa de responsabilidad, porque conoce que esta pagó consecuentemente a la CCS la factura 87 por un importe de 54 386 CUP, y la 109, por 47 668 CUP.
«Del dinero, afirma, ni el presidente de la CCS ni la económica han podido dar una respuesta que aclare la situación. No soy el único productor implicado, nos llenan de excusas y ficticias soluciones como: ya su problema está siendo analizado… estamos gestionando un crédito con el Banco… cuando paguen el ganado le pagaremos algo de la deuda».
El hombre fue a ver hasta al delegado de la Agricultura. Por gusto; este le respondió con la típica vaselina. Dijo que “iba a revisar el asunto”, pero hasta ahora, ni este centavo.
Otro caso donde la soga se revienta por el lado débil
El Estado también está en deuda con Julio Gervasio Dulzaide (Aguilera 23, entre Quintín Bandera y Aponte, Aguada de Pasajeros, Cienfuegos), un hombre con impedimentos físicos.
El hombre, escribió a la columna de Pepe para ver si tiene “suerte” y resuelve su situación.
Gervasio lleva años haciendo gestiones a todos los niveles para ver si resuelve el problema que tiene con su vivienda.
Pidió un subsidio en el 2012 y se lo dieron en el 2018. Le asignaron “45 000 pesos, que incluía cocina, carpintería y baño: 29 000 para materiales, 12 000 para albañilería y 3 000 para la transportación”.
Sin embargo la chapuza comenzó desde la planificación. Un mal cálculo de los técnicos, influyó en que solo se pudiera echar la mitad de la placa. Días después, el impedido físico tuvo que ir a ver a la Presidenta del Gobierno municipal, pues “el arreglo” fue una verdadera porquería. Entre la mitad de la placa y la otra cubierta de tejas viejas, dejaron alguna ranura que, cuando llovía, cataratas de agua como las del Niágara caían dentro de su casa.
Eso fue en septiembre del 2019. Todavía, el mes pasado, Gervasio andaba con sus denuncias ciudadanas.
Le dijeron que “estaban estudiando el expediente”.
«Aún la estoy esperando, afirma, y mientras tanto las paredes cogiendo moho, pues los daños van aumentando. Estamos a un año de la primera reclamación; y aún con 94 años, inválido, y con una niña pequeña en la casa, de siete años, cada vez que llueve nos mojamos, con el consiguiente deterioro de camas y muebles que se han echado a perder».
por Roberto A.
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