Un video circula por la Internet, entre los cubanos, como pólvora. Se trata de una mujer recién operada que es llevada a un hospital y es puesta sobre una camilla, en el suelo, y luego llevada escaleras arriba, en la más absoluta oscuridad, mientras sus acompañantes se lamentan de lo surreal de la escena que delata el drama diario de una “potencia médica” que de pronto perece ante las barreras arquitectónicas.
A primera vista lo que más impacta es esos escalones a la entrada del hospital. Barreras arquitectónicas perfectamente modificables para que la camilla con ruedas entre al inmueble pero, al parecer, la orientación no ha bajado de “arriba”, del Ministerio de Salud de Cuba.
El video muestra cómo de un lado está “el pueblo”, del otro “la institución” (entiéndase el Estado que proclama la potencia médica) y en el medio los camilleros, gente de pueblo, que indefensos también, porque ellos, claro está, no pueden ni están autorizados para tomar una mandarria y acabar con todas las barreras arquitectónicas que entorpecen su trabajo diario. Dicen que eso para ellos “es normal”. Un normal que sabe a resignación. Un normal que expone la indefensión ciudadana. Mientras ellos hacen su máximo esfuerzo para subir la enferma escaleras arriba, los familiares se lamentan. Incluso de no poder ayudar, porque la escalera es tan estrecha que ni siquiera dos pueden ayudar a sostener la camilla.
“Esto uno lo dice y no lo cree”, expresa una de las voces que se escuchan en el video, de aproximadamente cinco minutos de duración que son toda una agonía que comienza cuando una de las acompañantes de la enferma exclama:
“En el 2020 una persona recién operada en el piso, en una parihuela como si estuviéramos en un desierto”.
“Ahora se le va a preguntar a Díaz-Canel a ver cómo es posible que un recién operado tengan que subirlo a un segundo piso por la escalera”, concluye disgustado otro de los familiares, y testigo de la escena que, por suerte, incluye el agradecimiento de estos a los camilleros por su labor.
“Tú tienes fuerza y voluntad, si no no estarías aquí”, le manifiesta a uno de ellos una de las familiares.
En fin, el video ilustra más que nada esas otras interioridades de “la potencia médica”; una potencia médica que es incapaz de proveer un ambiente seguro de trabajo a unos camilleros que, día tras día, y según se desprende de ese “normal” que expresan, se tienen que echar prácticamente al hombro a los enfermos por culpa entre otras cosas de las barreras arquitectónicas, mentes obtusas y poca empatía por parte de sus superiores hacia el trabajo que realizan.
El video recuerda uno divulgado hace dos años, en el cual el camillero de un hospital tuvo que subir escaleras arriba, llevando sobre sus hombros a un enfermo recién salido del salón de operaciones.
por Roberto A.
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