Una modalidad deportiva, versión de un popular juego callejero cubano, irá a los venideros Juegos Olímpicos de la Juventud con equipos mixtos, y Cuba va por la victoria.
Fue bautizado como Béisbol 5, pero a simple vista se nota que es una modalidad refinada del cuatro esquinas cubano, el inolvidable pasatiempo que alegró las tardes de miles de niños a lo largo y ancho de todo el país.
La Confederación Mundial de Béisbol-Softbol (WBSC) le dio vida de forma oficial hace unos tres años, y dentro de otros dos se convertirá en el primer deporte colectivo con equipos mixtos en esa cita olímpica con sede en Dakar, Senegal, en 2022.
“La inclusión del béisbol-5 en los juegos olímpicos de la juventud es el objetivo que nos habíamos fijado desde el comienzo del proyecto en 2017. Estamos orgullosos de haberlo alcanzado” dijo Riccardo Fraccari, presidente de la WBSC, informa el sitio digital cubano Jit.
Quienes se divertían en las calles de la isla no podían imaginar que los directivos del béisbol mundial mirarían hacia el entretenimiento callejero para versionarlo, y crear una práctica que se extiende internacionalmente.
La nostalgia asaltará a más de uno al recordar el cuatro esquinas, cuya versión ya se disemina por las canchas y terrenos de países Costa de Marfil, Kenia, Lesotho, Sudáfrica, Tanzania, Túnez y Zambia y hasta Argentina, donde se convirtió en parte del Programa de Educación Física de la Preparatoria de Buenos Aires.
Cuba va a la cabeza de este movimiento, después de que el Béisbol 5 naciera oficialmente en La Habana en 2017, frente al templo de la pelota cubana, el Estadio Latinoamericano.
Como su pariente “pobre”, se juega con escasos recursos y por esta razón se ha vuelto tan popular. Para alegría de muchos, mantiene todavía parte del espíritu de la calle, porque se puede competir en casi cualquier lugar con solo seguir unas pocas reglas, aunque las normas oficiales hablan de cinco entradas y jugadores de ambos sexos.
Aunque se le cambie el nombre y se adornen sus canchas en los eventos oficiales, el Béisbol 5 nos transporta, inevitablemente, a los muchachos que se reunían de última hora en los barrios cubanos, sin preparación, para enfrentarse en duelos memorables.
Habría que darle la categoría de patrimonio nacional al cuatro esquinas cubano, esa versión tan nuestra de golpear a la pelota con la mano, nacida porque era más fácil que montar un juego de béisbol real, o quizás más económica. O quién sabe si porque era más divertido bloquear las calles del vecindario o cualquier pasillo o patio abandonado, mientras todos se reunían para vernos.
Julio Linares