Problemas con la producción de cerdos explicado en “un dos por tres”: El gobierno exige, pero impone trabas. Los productores se quejan; y los cubanos no comen.
El problema con la carne de cerdo, los cerdos y el alimento de los cerdos en Cuba sigue in crescendo. Tanto que hasta la propia prensa oficialista está en estos últimos días no a pie de cañón -¿o sí?- pero sí a pie de cochiquera con varios artículos sobre el tema.
Ayer el diario La Demajagua nos hablaba del tema. Y también el Juventud Rebelde.
En ambos, la figura jurídica del Estado no queda muy bien plantada. En uno, por falta de suministros; en el otro, por entorpecer con burocracias y deudas de “13 cabezas y 587 kilogramos” los deseos de un productor de comenzar la cría de cerdos.
Vayamos por pasos.
Yusdel González Ramos (ver foto de portada), productor de cerdos en la provincia Granma, ha confesado sin desparpajo que no hay nada mejor que el autoconsumo para alimentar sus crías, y dice que es mejor incluso a “esperar por la asignación de alimentos del Estado”.
Este hombre, con sembrados de yuca, boniato, maíz, y plátano fongo da testimonio que sí se puede, en contra de aquellos productores adaptados al modelo de “papá Estado”, ese que “te lo da todo”, pero que también te lo quita todo; o casi todo.
Yusdel tiene en su finca tiene una gran variedad de animales: gallinas, ovejas, cerdos, chivos, y hasta algunas vacas. Todos se alimentan con lo que él siembra y lo afirma el diario oficialista La Demajagua.
“Los años de experiencia en esta labor le han enseñado que es mejor tener un autoconsumo, que esperar por la asignación de alimentos por parte del Estado, los cuales en estos tiempos complejos son muy difíciles de obtener”.
Apretando a un productor con sus cabezas de puercos
No muy lejos de allí, en Santiago de Cuba, un criador de cerdos quiere volver a producir cerdo, pero el Estado le impone trabas burocráticas y hasta le exigen que salde una vieja deuda de cabezas de puerco.
Así lo reveló en días pasados el Juventud Rebelde, en un caso que retomó hoy con la respuesta de las autoridades a la denuncia planteada.
El oficialismo cubano, que no le gusta perder ni a las escupías, dice que Roberto Montes de Oca Savón, socio de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Julio Trigo y residente del poblado El Caney, el mismo que en días pasados le exigía a ellos, la Empresa Porcina de Santiago de Cuba, que le permita regresar al negocio sin tantas complicaciones legales, puede regresar, pero primero tiene que tomarse una taza de chocolate. O sea: pagar lo que debe. Que no es mucho, apenas unas cabecitas de puerco y unos kilos de carne.
Todo porque faltó a su palabra y firma, en un contrato antiguo. Un contrato -o compromiso, sería mejor decirlo así- del cual se zafó Montes de Oca en el 2016 porque, alega, “se cansó de la irregularidades.”
Las irregularidades no de él, sino de la Empresa Porcina de Santiago de Cuba. O sea, otra vez la clásica ley del embudo.
Según el campesino estas irregularidades eran frecuentes y explicaba: “No siempre se garantiza buena salud a los ejemplares, y menos el medicamento para las enfermedades, ni una secuencia continua del alimento animal con calidad. Además del inadecuado horario para la recogida de los animales a la hora de la entrega, y el incorrecto pesaje”.
Por si fuera poco, decía la denuncia, no había manera de discutir el contrato -el clásico o lo tomas o lo dejas, o si te gusta bien y si no, también, tan conocido por nosotros los cubanos (cero flexibilidad)– y tampoco se garantizaba la transportación del alimento al momento demandado por el productor.
Todo eso, dijo Montes de Oca, incidió en las muertes de los ejemplares y la conversión de la masa, por lo cual él debía las cabezas y los kilogramos.
Dice ahora Fernando Marciano Gómez Pérez, director general de la Empresa Porcina de Santiago de Cuba, que el ciudadano tenía una deuda de ocho cabezas con 82 kilogramos de carne que no fue saldada hasta el pasado 16 de junio de 2019, y lo acusó a él de no cumplir con los acuerdos de entrega, cantidad y peso de los cerdos.
En cuanto a la letra del contrato, Marciano dijo que la emisión de documentos “no es responsabilidad de Porcino” y estos tienen su tiempo de vencimiento. Es decir que, aunque Montes de Oca ya pagó la presunta deuda tendrá que repetir el procedimiento cada vez que la empresa decida rechazarle algún documento.
He aquí, en este segundo ejemplo, el porqué los trabajadores del área porcina están completamente desmotivados de seguir en lo mismo año tras año. Pasa igual con la producción de alimentos.
Lo triste es que pasa ahora con la producción de cerdos, un elemento esencial en la mesa del cubano. El gobierno les sigue exigiendo a los productores las cabezas que le corresponden; los productores deben vivir sorteando trabas e impedimentos para conseguirlas; y lo que es peor: los ciudadanos están lejos de poder consumirla.
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