No hubo tiempo para un último abrazo. Todavía la apesadumbrada familia no entiende por qué su esperanza, un hombre saludable de apenas 24 años, cayó en coma lejos del hogar y perdió la pelea contra la COVID-19 a miles de kilómetros de distancia.
El joven Duglas Omar Cerón, que enfermó de coronavirus, era un migrante guatemalteco que salió de su país rumbo a Estados Unidos buscando un mejor futuro para todos. Era fuerte, empezaba a vivir y no parecía una víctima fácil para la enfermedad, el coronavirus, cuenta el diario El País.
Su cuerpo estaba acostumbrado a los trabajos rudos del campo en su Guatemala, donde se ganaba la vida sembrando maíz y como jinete de caballos y toros. Para llegar a su destino, sorteó los peligros en México, cruzó la frontera con la guía de un coyote, quien cobró 95.000 quetzales (más de 11.000 euros), y sin embargo, perdió contra el virus.
No tuvo cerca a los familiares, quienes tuvieron que conformarse con ver cómo era desconectado de los aparatos que lo mantenían con vida, mediante una fría videollamada a más de 5000 kilómetros.
“Casi no lo pudimos ni ver. Murió tan rápido y otras personas mayores se han recuperado de esto. No lo entiendo”, dijo a El País su hermana menor, Esmeralda.
Sus padres tampoco comprenden lo sucedido. Tuvieron que darle el adiós al cuarto hijo desde su aldea en Guatemala, con una intérprete que traducía las palabras del doctor, quien les explicó: “Él tiene los aparatos puestos. Están encendidos, pero sus órganos ya murieron. Él definitivamente ya murió”.
No querían desconectarlo, pero accedieron ante las evidencias. En el centro R Adams Cowley Shock Trauma de la Universidad de Maryland, las máquinas lo mantenían vivo desde que el 23 de mayo un ataque al corazón le provocara un fallo orgánico múltiple.
El joven con coronavirus tuvo los primeros síntomas a mediados de mayo, relata El País, pero siguió trabajando en una compañía de perforación de tuberías en Maryland para enviar dinero a Guatemala, porque su padre necesitaba una cirugía.
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Días atrás, comenzó a sentirse mal y entonces decidió automedicarse, pero empeoró y los compañeros de apartamento llamaron a una ambulancia. Nunca más salió del hospital, porque un paro cardíaco lo dejó en estado vegetativo.
La familia siempre mantuvo la esperanza de que su cuerpo reaccionara. “Nosotros tenemos esperanzas de que él vuelva, que su cerebro se despierte. Tal vez es porque ha estado sedado desde el principio que él no reacciona”, dijo una de las hermanas mayores.
Pero ante las pruebas irrefutables, llegó el momento de la despedida a distancia del joven con coronavirus. Ahora es un número más entre las miles de víctimas que ha cobrado la pandemia en el mundo, pero para su familia la muerte de Duglas Omar Cerón es una sueño de prosperidad que terminó en pesadilla.
Omar Cortázar