Dos receptores considerados maestros dentro de la pelota cubana: ¿Eres más de Juan Castro o de Ariel Pestano?
Llegan hoy a la sección de comparaciones beisboleras los dos enmascarados más mediáticos que han pasado por la pelota cubana a lo largo de casi 60 años de existencia. Considerados ambos como maestros en su posición, levantan ronchas cuando son empujados al ruedo por los aficionados y desatan las más acaloradas discusiones a la hora de elegir al mejor de todos los tiempos. Figuras claves de los equipos nacionales en diferentes épocas, dejaron su impronta al hacer de la receptoría un espacio donde las habilidades técnico-tácticas y el arte podían unirse en perfecta armonía. ¿Cuál es tu elegido, Juan Castro o Ariel Pestano?
Juan Castro
La maestría de este pinareño atrapando pelotas detrás del home o capturando elevados en zona foul, fue única en su tiempo. Durante 16 campañas derrochó sus habilidades en los terrenos de juego y fue una garantía para los lanzadores al cometer solo 157 pasaboles y 112 errores en más de 9 mil 400 entradas, para un promedio de fildeo de 985.
Dueño de un brazo poderoso, Juan Castro “enfrió” a 330 corredores de los 675 que trataron de estafarle las almohadillas, para un porcentaje de 46.8. Así sentó cátedra en una era dorada del béisbol cubano, en la cual abundaban grandes corredores y peloteros de un elevado pensamiento táctico.
A la ofensiva tuvo resultados discretos al compilar solo para 228 en 3 mil 751 veces oficiales al cajón de bateo, pero se caracterizó por conectar en momentos tensos del partido y a la hora precisa.
En su carrera pegó 856 indiscutibles, incluidos 146 dobletes, ocho triples y 95 cuadrangulares, además de remolcar 453 carreras.
Como receptor titular del equipo Cuba obtuvo las medallas de oro en los campeonatos del orbe en las ediciones de 1973, 1978, 1980 y 1984 y en los Juegos Panamericanos de 1983 y 1987. Ese mismo año en la Copa Intercontinental se llevó el título de bateo, compartido con su compañero de equipo Víctor Mesa.
Ariel Pestano
Jamás ningún defensor de esta posición pudo mantenerse 16 años calzando los arreos como titular en la selección nacional, lo que demuestra una tremenda superioridad con todos sus contendientes en la época que le tocó jugar.
De carácter fuerte y controvertido, impuso respeto en el campo por su coraje y por reunir en una sola pieza todas las características que necesita un receptor para hacer historia en este deporte.
Apenas cometió 57 pasaboles en 22 temporadas y más de 10 mil entradas, lo que constituye un récord impresionante para el béisbol cubano. En casi 8 mil lances solo erró en 73 ocasiones para un excelente average defensivo de 991.
Gracias a su potencia en el brazo, a su precisión en el tiro y a su olfato beisbolero, atrapó a 459 corredores tratando de conseguir bases extras de los 812 que lo intentaron. Logró conseguir uno de los mejores promedios de todos los tiempos (56.5%).
A la ofensiva dejó un average de 287, pegó 153 bambinazos y empujó 905 carreras, y demostró que también sabía mover el madero, sobre todo en momentos claves del partido.
Estuvo presente en innumerables eventos internacionales. Ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, en los que finalizó como líder en bateo y en los Juegos Panamericanos de 1999 y 2003. Además se llevó la presea plateada en las olimpiadas de Sidney 2000 y Beijing 2008 y en el primer Clásico Mundial de Béisbol.
Roque Díaz