Como uno de esos “matrimonios mal llevados” parecía ayer que había terminado el idilio entre el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y la actriz Regina Duarte -la recién nombrada Ministra de Cultura-, cuando el presidente brasileño anunciaba la “partida” de esa mujer llamada Malú del gabinete recién alcanzado.

Duarte, cuyo personaje en la telenovela brasileña Una mujer llamada Malú, la llevó a los planos más estelares y a la cúspide del cariño de millones de personas en el mundo entero, entre los cuales, claro, figuran los cubanos y hasta Fidel Castro, salió en las últimas horas de un Ministerio al cual había llegado cargada de esperanzas y con un presidente de su lado, pero en el que al parecer no pudo cumplir las expectativas en ellas cifradas.

Esta mañana, unos medios afirmaban que se había ido y otros, esgrimían la tesis de que Bolsonaro la había despedido. No pocos dicen que ha salido, para salvar su pellejo de las críticas.

Es el último de los “explotes” en los gabinetes ministeriales del impopular Bolsonaro, un hombre al que le duró un Ministro de Salud dos semanas, y Malú -Regina Duarte- que duró cuatro meses al frente de Cultura en el gigante brasileño, desde que fuera nombrada de manera interina Ministra. O dos meses y dos semanas, si contamos desde el mismo momento de su nombramiento oficial, ocurrido el pasado 4 de marzo; aunque al parecer no quieren hacerlo ver como un explote.

Duarte había llegado al cargo en un momento álgido dentro del sector cultural en el país, pero ayer 20 de mayo el presidente Jair Bolsonaro anunció su salida

Según se ha divulgado, Regina Duarte deja el mando de la Secretaría de Cultura del gobierno de Bolsonaro para hacerse cargo de la Cinemateca Brasileira, también vinculada a la cartera.

Esto, parece más que nada, un traje muy grande que nunca le sirvió a la querida Malú, mujer que un día se robó todos los corazones brasileños y que empezó a perder bastante de ellos cuando se declaró “fan incondicional” de Bolsonaro.

Si bien pudo lidiar con relativa ventaja mientras Bolsonaro comenzaba en su cargo, dos desastres, el del incendio del Amazonas y el de la pandemia del covid-19, no solo redujeron la popularidad del presidente brasileño, sino también la de ella que ha insistido en serle fiel.

Ahora, Malú. lejos de “pacificar” el choque entre la clase artística y la industria de la cultura con el gobierno federal, lo que hizo fue meterse en camisa de once varas, y en días pasados era la regina de un escándalo del cual no pudo salir con la cabeza erguida.

“Regina Duarte informó que extraña a su familia, pero para poder seguir contribuyendo al Gobierno y la Cultura Brasileña, se hará cargo, en unos días, de Cinemateca en Sao Paulo,” dijo Bolsonaro en sus redes sociales.

“En los próximos días, durante la transición, se mostrará el trabajo ya realizado por ella en los últimos 60 días”, continuó el impopular presidente.

La despedida la acompañó con un video de ambos, y en lo que parece ser un acto de sarcasmo escribió:

“Regina, cada semana hay uno o dos ministros que, según los medios, están siendo fritos. El objetivo es desestabilizarnos y tratar de tirar al gobierno al suelo. Nunca tendrán éxito. Te iba a freír”, responde Bolsonaro en el video.

Lo que no queda claro es entonces “por qué se fue”. ¿Por la familia? ¿Fue despedida? ¿Renunció?

“Podré estar más cerca de mi familia (mi pasión) y también participar más estrecha y activamente en un sector de la Secretaría de Cultura: audiovisual, tele dramática , otras pasiones de mi vida”, expresó la actriz.

Duarte se va, sin encontrar el camino intermedio por el cual un día llegó al puesto. Por suerte para ella, la amistad con Bolsonaro, el idilio entre ambos, continúa.

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