El diario The New York Times informó este lunes que la doctora Lorna Breen, jefa del departamento de urgencias de un hospital de Nueva York, se suicidó el domingo después de pasar varias semanas tratando pacientes con el coronavirus.
Breen se quitó la vida en Charlottesville, Virginia, donde se hospedaba con su familia. La trágica noticia fue confirmada por su padre.
Breen, que había sido directora médica de las urgencias del Hospital NewYork-Presbyterian Allen, en Manhattan, se quitó la vida días después de regresar a trabajar.
La doctora había estado recuperándose del stress durante una semana y media, pero el propio hospital la envió de vuelta a casa otra vez.
Su familia se la llevó luego a Charlottesville, un lugar más apartado, pero al parecer no pudo lidiar con tanta carga, especialmente porque su hija era una de las afectadas por el virus.
“Ella trató de hacer su trabajo, y eso la mató”, lamentó su padre.
“Ella estaba realmente en las trincheras de la línea del frente. Asegúrate de que sea elogiada como una heroína, porque lo fue. Es una víctima tanto como cualquier otra persona que haya muerto”, declaró su padre al prestigioso medio.
El progenitor también explicó que su hija no tenía antecedentes de enfermedad mental, pero reveló que la última vez que habló con ella la notó distante. Según detalló, la fallecida le había hablado que muchos pacientes que llegaban al hospital morían antes de que salieran de las ambulancias.
Se desconoce si existía en la doctora un sentimiento de culpa, pero nadie duda que la impotencia de ver morir tantas personas delante de ellas, directamente vinculadas a ella, pudo haber influido de manera muy fuerte en su actitud.
En todo caso, no fue nunca su culpa la letalidad del virus. La doctora Breen actuó como una verdadera heroína, y seguramente todos recordarán no tanto los que fallecieron en el hospital como consecuencia de la terrible enfermedad, sino todos aquellos que pudieron salvarse.
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