En medio de la crisis con las máscaras de oxígeno y/o ventiladores pulmonares para el tratamiento del coronavirus, con un alcalde de Nueva York reclamando se envíe a la ciudad al menos 26 mil de estos artefactos, el ingenio de no pocas personas ha sacado a relucir la casta que tenemos los humanos: esa que nos demuestra que somos seres pensantes y que como tal, ante las dificultades, explotamos en ideas.
Dos de ellas llaman la atención en este momento. Una, convertida en realidad por una pequeña empresa de Texas que, ahora mismo, está desbordada en pedidos. La otra, la de unos italianos que han transformado unas máscaras de buceo en mascarillas de hospital.
Maurizio Cereda, médico de cuidados intensivos de la Universidad de Pensilvania, modeló el dispositivo de oxígeno de Sea-Long y sin dudas le ha dado “un camino” a los varios hospitales que en EE. UU. luchan contra la falta de ventiladores para pacientes con coronavirus.
Algunos de ellos, como el Hospital General de Massachusetts, el Centro Médico de la Universidad de Chicago, los Hospitales de la Universidad de Pensilvania y otros, están tratando de abastecerse del dispositivo, que ya la Administración de Drogas y Alimentos ha aprobado para su uso en medicina hiperbárica, donde los pacientes necesitan oxígeno a alta presión para tratar diversas afecciones. Estos dispositivos generalmente se usan para la enfermedad de descompresión o úlceras en los pies para ayudar a los pacientes a respirar.
Sea-Long Medical Systems Inc., es una pequeña empresa estadounidense que fabrica estos dispositivos de medicina hiperbárica que generalmente recibe entre 40 y 50 pedidos por semana. Ahora está inundada de pedidos y no puede cumplirlos.
Christopher Austin, presidente de Sea-Long, dijo que “en cuestión de minutos” los están llamando y les están pidiendo entre “500 y 1000”, que seguramente serán destinados a pacientes que las necesitan para enfrentar la crisis respiratoria que provoca el coronavirus.
La compañía dijo que ha doblado los turnos de trabajo, y que en lugar de 8 horas, la gente está trabajando 10 – 20 horas en total entre los dos turnos – para aumentar la producción en su modesta fábrica localizada en Waxahachie, Texas. Cada uno de estos dispositivos de Sea-Long custa $ 162, incluidos los artículos necesarios para modificarlo para el uso contra el coronavirus. La compañía dijo que este es el mismo precio que tenían antes de la pandemia, y expresó además que están limitando el número de ventas a cada uno de los necesitados ya que el interés de ellos es que todos tengan acceso, y no que nadie acapare lo que no necesita.
Mientras, en Italia, alguien ideó algo parecido.
Sucedió en el hospital de Brescia, a una hora de Milán. El jueves de la semana pasada, los médicos de la unidad de cuidados intensivos estaban desesperados: se estaban quedando sin algunos repuestos de respiradores, válvulas específicas que se requieren para que el equipo funcione. El proveedor se quedó sin suministros y había muchas personas en la UCI que los necesitaban con urgencia para respirar.
Al día siguiente, Nunzia Vallini, un reportero del periódico local se enteró y llamó de inmediato a Massimo Temporelli, conocido experto en innovación en Italia. A Massimo se le ocurrió la idea de producirlos con impresoras 3D, e inmediatamente comenzó a lanzar solicitudes de ayuda en las redes sociales y a llamar a fabricantes en todo el país, pero como la gente no puede moverse entre las ciudades, fue necesario encontrar un fabricante local para construirlos.
Fue entonces cuando dieron con Isinnova, una startup local especializada en fabricación digital que recreó el archivo desde cero y, a través de su CEO, Cristian Fracassi, ingresó al hospital para instalar las impresoras 3D y construir las piezas de repuesto.
El sábado por la noche, Temporelli hizo el anuncio en su página de Facebook, las válvulas están funcionando y 10 personas enfermas con coronavirus podían respirar debido al trabajo de algunos voluntarios y la tecnología de impresión 3D.
En su publicación dijo: “hay algo que tengo que decir , muchas personas nos han criticado por esto, es cierto, tal vez no sea la manera perfecta de hacerlo, sí, no tenemos certificados … pero esto está salvando vidas humanas. A todos ustedes me gustaría decir: ¡ganamos! Cristian gana, el hospital gana, todo el que cree en lo que hace, más allá de los obstáculos y las críticas, trabaja, espera y actúa sin quejarse, gana. Esta es la humanidad que hace historia y yo estoy de su lado … ¡siempre!”
Ahora la discusión se está moviendo hacia cómo esto podría hacerse potencialmente y darle jaque mate al coronavirus. Para que las piezas funcionen, hay algunos problemas técnicos delicados, como pequeños agujeros de 0,8 milímetros de diámetro, que son fundamentales. En este momento, la producción ya está llegando a 100 unidades por día.
Cristian Fracassi comentó en Facebook:
“Me gustaría decirles a los que están criticando, que de repente se convirtieron en expertos en polímeros o decir que sin la marca CE no se puede hacer nada para pensar lo que es estar enfermo en la cama, tener un sistema respiratorio en crisis, tener la máquina de respiración justo al lado de la cama y no poder usarla solo porque no tiene la marca CE.”
“Estamos en emergencia, esta no es una situación normal”, dijo