¿Qué sucedería si el coronavirus se expande por Cuba? Muchos aún no son conscientes del peligro de este virus
Cuando en la isla el gobierno ya ha reconocido 40 casos positivos de coronavirus, una enfermera de un consultorio de Centro Habana declara a Cubacomenta: “Nadie podría imaginar que puede pasar si ese virus se expande por Cuba. Ojalá cierren las escuelas como regularon las fronteras. Este país no está preparado para enfrentar una enfermedad de este tipo si coge fuerza, a pesar de la calidad de nuestros médicos”.
Desde diversas plataformas de comunicación los habitantes de la isla reciben mensajes invitándolos a quedarse en casa y a reducir sus interacciones sociales. Sin embargo, muchos cubanos desoyen estas alertas ante el virus o se ven obligados por la propia realidad a continuar con sus labores cotidianas para garantizar la economía del hogar y los productos para llevar a la mesa.
Las colas en centros comerciales como el recién inaugurado Cuatro Caminos o Galerías Paseo este fin de semana dispararon las alarmas. Cientos de personas aglomeradas, en medio de la pandemia por el virus, para tratar de comprar víveres con el fin de garantizar la comida del día o quizás para la cuarentena que podría avecinarse.
“Es muy fácil decir que nos pongamos en cuarentena como muchos escriben en las redes, pero faltan productos básicos y tenemos que hacer grandes colas para comprar comida, por ejemplo”, dice a Cubacomenta una mujer de unos 60 años en la tienda habanera Galerías Paseo.
El agente de seguridad del establecimiento hace pasar a las personas en grupos de 4. Cuando uno entra al mercado la oferta es casi nula y muchas personas se van sin poder cumplir con el propósito de adquirir los productos deseados. “Solo compré dos o tres cajitas de atún, no hay mucho más, ni los productos cárnicos que esperaba comprar”, explica otra señora de unos 50 años.
Los llamados desde los medios de comunicación exhortan a mantener el distanciamiento social y las aglomeraciones de personas. Pero la necesidad de comprar productos en mercados poco abastecidos obliga a muchos a salir a las calles y a permanecer en grandes colas. Precisamente esas largas filas en las calles de La Habana y en otras provincias ha sido la “imagen del día” en varios sitios de Internet o incluso en las propias páginas digitales de los medios oficiales.
“Yo salí a ver dónde podía comprar pollo. Me dijeron que había en la tienda La Mariposa, en Nuevo Vedado. La cola llegaba a la calle 26. Era enorme”, refiere una clienta que prefirió reservar su nombre.
El hecho es que las propias circunstancias que rodean a las vidas de los cubanos les han hacen muy difícil comprar alimentos para mantener una posible cuarentena o salir de la casa lo menos posible. Solo una parte, con mayores ingresos o con mayores facilidades para acceder a estos productos por diferentes vías, pueden cumplir estas recomendaciones para preservar la salud.
La percepción entre los cubanos del peligro
También está el caso de la poca percepción de riesgo que existe en una buena parte de la población. Una imagen de las propias calles de La Habana es la mejor señal de lo dicho. Cientos de personas en las principales arterias de este municipio o en las callejuelas de los barrios juegan domino, comparten vasos de ron o conversan como si la realidad no hubiera cambiado.
“Los cubanos somos unos duros, hemos pasado por tantas cosas que este virus no nos hará nada. Imagínate, sobrevivimos al Período Especial, a todas las crisis económicas, a la salida de nuestra familia hacia Estados Unidos y otros países, a la falta de comida, de agua. Y aquí estamos. ¿Crees que este virus nos hará algo?”, bromea Juan Esquivel, quien vive entre las calles de Neptuno y Galiano.
Causa risas y comentarios sarcásticos entre sus colegas del barrio. Pero quizá no haya aquilatado que sus palabras pueden convertirse en algo muy preocupante si la pandemia se extiende por la isla. Recordemos que Cuba, a pesar de que sus autoridades aseguran tener las condiciones necesarias para atender los contagios por coronavirus, tiene un sistema de salud que ha sufrido escaseces y penurias y un embargo de 60 años.
Por otro lado la pandemia llega a Cuba en un momento en que hay muy pocos medicamentos en el llamado “pedido” (una oferta de medicinas que llegan las farmacias cada 10 días) pero que por lo general apenas pueden cubrir las necesidades básicas de los cubanos para tratar enfermedades como la diabetes, el asma o la hipertensión, tres factores de riesgo si uno contrae el COV-19.
La percepción de riesgo es mínima entre una buena parte de los cubanos, incrementada tal vez por la decisión gubernamental de no cerrar las escuelas o suspender la asistencia al trabajo. Muchos jóvenes se creen infalibles a la enfermedad, sobre todo por las primeras noticias divulgadas que explican que las personas de menor edad eran poco propensas a enfermarse de gravedad, lo que ha quedado desmentido por casos y muertes recientes de pacientes jóvenes en países como Italia o España.
En La Habana este fin de semana decenas de jóvenes salieron a las Playas del Este, donde cualquiera podría pensar, por la multitud, que la isla, o al menos, su capital vivía una situación de normalidad. Lamentablemente nada estaba más lejos de la verdad.
En las calles se ven personas con nasobucos, especialmente en municipios como el Vedado o Playa, donde al parecer existe más conciencia del peligro que reviste el coronavirus. Pero no es común— en este momento—encontrar en la isla a personas con ese tipo de protección frente a enfermedades respiratorias.
Mientras, ya algunos comienzan a preocuparse, a manifestar sus inconformidades sobre el retraso con que a veces llega la información de los nuevos casos positivos del coronavirus de las fuentes oficiales y tratan dentro de sus posibilidades de preservar la salud y la de sus familias.
Por lo pronto, los cubanos siguen a la expectativa en medio de una tensa normalidad y muchos se encomiendan a sus santos o a Dios, para que el coronavirus no siga extendiéndose.
Ariel Peñate
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