Quienes pueden permitírselo, comienzan a optar por llevar a sus niños a guarderías privadas. Tan solo la matrícula cuesta 40 CUC como mínimo
Dominga llegó a La Habana hace ya cinco años. En Charcas, su pequeño pueblito natal en Cienfuegos, tenía una especie de guardería con más de quince niños, la más famosa del lugar. Ella sola se encargaba del cuidado de los infantes, que llegaban desde sus hogares bien temprano en la mañana, y se iban a las cinco, o a veces más tarde.
Durante ese tiempo, estaba pendiente a todas las necesidades de estos, su nieta la ayudaba a veces. Para ello, debía tener un espacio grande, techado, con cuidadas condiciones higiénicas y comida equilibradamente preparada, sin mucha sazón y poco compleja en cuanto a los ingredientes. Por 60 pesos cubanos el mes, los nenes se integraban en un ambiente de pocos recursos, “donde el amor suplía todas las demás carencias materiales”.
Desde hace ya varios años, las guarderías particulares o jardines infantiles han alcanzado su auge en Cuba. El que las madres formaran parte de la plantilla de algún centro estatal como requisito indispensable para acceder a un círculo infantil, dispararon la apertura de las privadas.
La propia demanda ha ido encareciendo estas guarderías privadas. Hoy por hoy, matricular a un pequeño cuesta 40 CUC como mínimo, lo cual coloca esta opción fuera del alcance de muchísimos padres en la isla.
También aumentan las quejas acerca de las condiciones en los círculos infantiles. “Actualmente, el personal es muy joven e inexperto. Las historias de niños que llegan a sus casas con marcas de caídas, hablan de una supervisión deficiente. Prefiero dejar de trabajar y cuidarlo yo misma hasta la edad escolar”, defiende Marcela, madre primeriza.
Ayamey discrepa con esta percepción de Marcela. A sus 22 años, es una de las seños del Círculo Infantil Abdala, en la calle F, entre 15 y 17, en el municipio capitalino Plaza de la Revolución. “Llevo ya cuatro años graduada y puedo asegurar que las condiciones de los pequeños son óptimas. Si bien es cierto que las cuidadoras de experiencia han abandonado el sector estatal, pues en el privado obtienen más dinero; pero las jóvenes que estamos ponemos mucha ilusión y esmero en el trabajo con los pequeños”, concluye.
A pesar de esto, los padres con ingresos un poco más altos, prefieren acceder a las guarderías particulares. Amhed y su esposa, por ejemplo, buscan plaza para su pequeño Alejandro Manuel.
Según cuentan, este es un trabajo que debe hacerse personalmente, pues “en las guarderías muchas veces se hacen cambalaches, se declara menos dinero a la Oficina Nacional de Administración Tributaria, y por eso no dicen públicamente el precio real, de ahí que sea casi imposible encontrar un anuncio que incluya el precio”, cuenta la madre.
El padre recuerda cómo llegaron, ilusionados, hasta J Garden, en El Vedado. “Nos habían hablado muy bien, pero cuando llegamos a pedir plaza, la dueña se mostró un poco misteriosa con el precio. Una semana después llegó a mi trabajo y me comunicó el precio: 100 CUC”.
Aunque a vista de muchos estos 100 CUC se justifiquen, los beneficios ofrecidos en este espacio no son muchos. “Está pensada para que los padres solo llevemos al niño, y un cambio de ropa para estos. La dueña se encarga de proveer pañales desechables, juguetes, alimentos, además de contar con la supervisión de varias seños de experiencia”, señala Ayme.
En las casas de nuevo formato además, se le imparten clases a los niños. Algunas cuentan incluso con profesores de arte encargados de impartir clases de manualidades. Este es el caso de Amor de Mamá, en Santiago de Las Vegas. Regla, una de las trabajadoras de este emprendimiento, abandonó su puesto de años en una escuela primaria de la zona para dedicarse de lleno al trabajo en este lugar.
“Estoy haciendo lo mismo que en la escuela, con menos presión porque me ocupo de una parte pequeña de la matrícula. Pintamos, les enseñamos canciones infantiles tradicionales, jugamos con ellos. Me divierto mucho y, además, los ingresos son muchísimo más sustanciosos”.
Aunque joven, Nani también habla de una mejoría en el cambio del sector presupuestado al cuentapropista. En la guardería donde trabaja, en Guanabacoa, cobra cerca de 80 CUC mensuales “por hacer menos trabajo, con condiciones mejores. A su vez, los padres cooperan con cualquier necesidad de nuestro centro”, acota.
Quienes no tienen este dinero “de sobra” deben pelear por una plaza en lo estatal: algunos lo prefieren por ser más barato, otros no tienen otra opción.
“Yo no puedo dar más de 50 dólares por el cuidado de mi niño. Soy madre soltera y trabajo en una cafetería, donde hago 250 pesos diarios. Antes de gastar una cantidad desorbitante en matricular en uno de estos lugares carísimos, consigo un espacio por la izquierda en un círculo estatal, aprovechando el dinero que me ahorro en cosas más urgentes. Las guarderías particulares continúan siendo para la high”, concluye Mariana.
María Carla Prieto
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