Los padres cubanos hacen malabares para comprar juguetes a sus hijos
Cada vez se hace más difícil, casi imposible dirían algunos, comprar juguetes para los niños en Cuba. En las tiendas estatales, una pelota común, hecha con un plástico de mala calidad, puede costar hasta 50 pesos en moneda nacional.
“Ir a los establecimientos a comprar un juguete cualquiera es fracasar. Una muñeca normal cuesta más de 125 pesos cubanos, lo cual es una cantidad excesiva en nuestra realidad”, señala Esther.
Al caminar por los distintos establecimientos podemos constatar la realidad. Además de una variedad nula, los altos precios de los juguetes hacen que los padres y familiares se decidan por otra clase de obsequios.
En Galerías Paseo, por ejemplo, la juguetería es uno de los departamentos más codiciados. Pero “sus ventas han disminuido considerablemente. Muchas veces los clientes llegan buscando algo en específico, como juguetes articulados o de batería. Si lo que tenemos satisface sus expectativas bien, si no se van”, explica una de las dependientas de esta tienda.
Carmen es de las que ni siquiera se acerca a buscar juguetes: “Los niños de ahora no juegan analógicamente, sino en ataris o el teléfono de los padres; para mí es más práctico regalarle una ropita, algo que puedan usar más responsablemente”.
En el mercado informal, la cosa no es para nada distinta. Mediante Whatsapp o los anuncios de clasificados, cualquiera puede adquirir un robot, una espada o una Barbie, siempre por precios mucho menores que los acostumbrados. La variedad aumenta las posibilidades, y los vendedores lo saben. Desde espadas y robots a dos dólares la unidad, hasta costosos carros con autonomía de 450 CUC, son algunos de los ejemplares más perseguidos.
La importación de juguetes se ha vuelto así un negocio rentable. “Nadie está dispuesto a pagar 10 o 15 dólares por una Barbie fuera de temporada. Yo tengo ponnys, soldados, carros, muñecas, entre otros. Mis precios no son altos, pues soy primera mano y me interesa salir pronto de la mercancía”, agrega Adislaisy, quien promociona un negocio de ventas de juguetes en Sancti Spíritus.
Sonia compró un juego de Legos para su hijo de tres años. Los Legos se comercializan en Cuba de manera estatal “por casi 60 dólares; yo lo hice porque estaba en condiciones de comprarlo, no porque el precio fuese lógico. Muy poca gente puede permitirse unos costos tan altos, lo cual no quiere decir que a los niños les haga menos ilusión”, afirma.
“Como padre, me encantaría que mi hijo tuviese una infancia de calidad, como yo la tuve. En aquel tiempo, aunque la tecnología no estaba muy avanzada, había distintos niveles de adquisición, y mecanismos creados para que cada niño disfrutara de algún juguete. Ahora los padres tenemos que escoger entre garantizarles el mundo de la imaginación o vestirlos y darles de comer. Desgraciadamente, el mundo de los adultos siempre gana la batalla”, concluye Adonis, padre de una niña de 10 años.
Texto y fotos: María Carla Prieto
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