Cirilo Villaverde creó el personaje literario de Cecilia Valdés. En la habanera Loma del Ángel, los paseantes observan esculturas de ambos

En Compostela #5, Habana Vieja, hay más que una vivienda amarilla de dos pisos poco cuidada. Un monumento a uno de los novelistas más encumbrados de Cuba, Cirilo Villaverde, hace de esa fachada un sitio de obligada visita para nacionales y foráneos.

Por más prolífera que fuese su imaginación, el insigne escritor Cirilo Villaverde nunca imaginó que para la inmortalidad permanecería tan cerca de la criollísima Cecilia Valdés, a la que dio vida en una de las novelas más ilustres de la literatura cubana del siglo XIX. Precisamente en La Loma del Ángel, donde el escritor recreara la historia, las esculturas de Cirilo Villaverde y Cecilia Valdés fueron emplazadas para ser vecinas eternas.

“En realidad el monumento a Cirilo tiene muchos años ahí. Es tan antiguo que quienes habitamos esta zona nacimos viéndolo. Su creación, tal y como lo identifica la tarja que lo acompaña, corresponde a una iniciativa del Ministro de Gobernación de Ramón Grau San Martín. Dicen que era precioso en su momento; aún lo es, aunque pudiera estar mejor conservado”, cuenta Emilio Zamora, artesano que reside en la Calle Cuarteles, a pocos pasos de la escultura.

Por su parte, “la estatua de Cecilia fue la primera obra en bronce del artista Erig Rebull, ante una solicitud de la Oficina del Historiador de la Ciudad en 2012, por los 200 años del natalicio del escritor”, añade Irma Santos, historiadora y vecina del lugar.

La trágica historia de la criolla no fue nunca una obra reservada para ninguna élite. “Todos los cubanos conocen a Cecilia Valdés, aunque no se hayan leído la novela, y todos los habaneros saben que en la Loma del Ángel hay más que un café, que una iglesia y que un taller de arte”, dice Jorge Rodríguez.

Los atardeceres allí son un ir y venir de personas de todas las edades y latitudes. “En la escalera de la iglesia, en el café que hace esquina, en el filo de las aceras o en la propia plazoleta; lo cierto es que la gente nunca deja solos al escritor y a su musa. A cualquier hora del día, niños, ancianos, quinceañeras y turistas se acercan para tocarlos”, asegura Carmen Batista, cuyo ventanal da hacia la Plaza del Ángel.

“Yo te diría que esto aquí se conoce más por esas esculturas que por la propia parroquia, que lleva el nombre de Iglesia del Santo Ángel Custodio. Me han ofrecido permuta en varias ocasiones, pero jamás he valorado alejarme de este rincón espiritual y místico”, sentencia Sonia Balmaseda.

No obstante, la estatua de la legendaria mulata no ha quedado libre de vandalismos. “Hace años le arrebataron el abanico y dañaron la imagen. El propio escultor tuvo que restaurarla y moverla unos metros, pues también había sufrido el impacto de algunos vehículos empecinados en atravesar el perímetro”, rememora uno de los trabajadores del Café del Ángel.

Románticas y místicas son también las leyendas sobre estas dos efigies. “Hay quien asegura haber visto a Cecilia caminar la plaza de madrugada”, confiesa dudosa Pura Alemán. “Pancho, que vivía en Compostela #9, juraba que la veía moverse, pero eso no deja de ser un mito. Lo que sí es cierto es que son los ángeles de esta plaza”.

Texto y fotos: Lucía Jerez


 

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