Dos jóvenes emprendedoras cubanas con Musas Art Laboratory ponen su toque al Nail Art en la isla
Antes de que Cuba llegara a la era digital, cuando una niña de clase media cumplía 15 años, dentro del pack de celebración costeado por padres, familiares y amigos, generalmente estaba la primera puesta de uñas postizas. Se trata de una moda que lleva vigente unos cuantos años en la isla —y varias décadas en las sociedades contemporáneas— con mayor o menor aceptación, considerada por algunos una práctica «chea» y de mal gusto, mientras otros, más respetuosos de la independencia y los gustos ajenos, la ven como adorno válido para quien quiera usarlo. Ahora llega el Nail Art.
El arte en las uñas o uñas de autor, Nail Art, es una práctica que va más allá de la simple manicura, pues se trata de llevar el diseño a las uñas como una práctica artística y decorativa. En los últimos años la tendencia ha cobrado popularidad en varias partes del mundo con famosos exponentes, entre los que se cuentan la artista española conocida como Rosalía, la influencer Kim Kardashian o el cantante puertorriqueño Bad Bunny. Para muchos cubanos era un mundo desconocido o fuera de su alcance, hasta que un emprendimiento se propuso cambiar esa realidad.
De la galería a la cutícula
Karla González Castro y Lili Rodríguez Ferrer son graduadas de Historia del Arte. Trabajaron un tiempo como especialistas en artes visuales en distintos espacios, pero querían emprender un negocio que les permitiera sostenerse e imponer un concepto renovador.
Karla recibió un día un SOS de una amiga que trabajaba como manicure y necesitaba alguien que la ayudara en el salón porque la clientela la desbordaba. Ella, de atrevida, fue —aunque confiesa que no sabía ni cortar un pellejito—, y aprendió desde lo más simple hasta lo más difícil. Las dos muchachas empezaron a seguir en Instagram diseños novedosos para las uñas. Pese a que en Cuba existían múltiples establecimientos que daban ese servicio, nadie entendía la propuesta visual como protagonista. Poner uñas era más una técnica que una profesión, y ahí se les encendió el bombillo.
En un sótano ubicado en la céntrica calle 23 entre 20 y 22, en El Vedado, Musas Nails Laboratory ofrece lo mismo la manicura tradicional —con pinturas naturales—, que otras ofertas con gel, acrílico, gel de construcción y acrigel. Sus dueñas han adaptado como Nail Art tanto obras de artistas de renombre, entre ellos Takashi Murakami —llamado el Andy Warhol japonés—, como dibujos originales concebidos por diseñadores del patio.
Lili le cuenta a Cubacomenta que emprender ha sido un reto, pues implica buscar materiales en plataformas de compra-venta como Revolico, y además estar pendientes de cualquier detalle necesario para que el negocio funcione a la perfección. Haber estudiado Historia del Arte les ha resultado una ventaja, al permitirles dialogar con múltiples artistas y crear un concepto estético que sin desentenderse de los referentes internacionales, se adapte a los gustos de cubanas y, también, de cubanos.
Con solo dos meses de abierto, Musas Nails Laboratory ya se ha hecho de una clientela fiel. No obstante, sus dueñas lamentan que aún existe bastante temor a hacerse «cosas locas» y muchas jóvenes vienen por algo más tradicional o conservador y no Nail Art como tal.
Las uñas postizas durante un tiempo se erigieron en símbolo de clase económica en Cuba. Sus altos precios, comparados con el bolsillo medio, les valieron el cuño de ostentadoras a las mujeres que se decidían a usarlas. Según Karla, esos criterios han ido cambiando, y en las zonas más periféricas de la ciudad muchísimas mujeres se las agencian para arreglarse las manos de esta manera: «Asociar las uñas acrílicas a nuevos ricos es cosa del pasado; de hecho, ahora mismo eso se ve “cheo”, porque hay nuevas técnicas. Las personas pudientes se gastan mucho dinero en un salón de renombre para hacerse uñas de gel, que es un trabajo sobre tu propia uña y queda natural. Actualmente las acrílicas están en las subculturas, en los subestratos de La Lisa. Por eso uno de nuestros objetivos es vincular el arte a esa mal llamada “baja cultura”».
Sí, los hombres también
Si bien la mayor clientela de Musas Art Laboratory está compuesta por mujeres, el trap y el reguetón latinoamericano han puesto de moda los diseños «extravagantes» entre los hombres. A pesar de que en Cuba sigue predominando la imagen del macho-varón-masculino pelo en pecho, cada vez son más los jóvenes que se atreven a llevar a su cuerpo las nuevas tendencias de la moda que deconstruyen esos roles de género.
Uno de sus primeros clientes fue el influencer, actor y modelo cubano @YoSoyArian, quien plasmó en sus manos un diseño inspirado en la Rosalía para «arrasar» en un evento. Con el paso de los días Karla y Lili han visto ampliarse su clientela hacia otros segmentos de la sociedad criolla capaces de dejar los prejuicios en el cajón si se trata de lucir bien: «Que un hombre se arregle las manos no tiene nada que ver con sus preferencias sexuales; en el caso de Arián, sí es abiertamente homosexual y su visualidad es fashion, pero hemos atendido a hombres que vienen a arreglarse los pies, a cortarse las cutículas o a pintarse las uñas, y se trata solo de complementar su estilo».
Creando tendencias e incendiando las redes
Tanto Karla como Lili le reconocen a la entrada y expansión de Internet en nuestro país un papel decisivo para el progreso de su «laboratorio». Con los cubanos más conectados, crecen los emprendedores decididos a salir del modelo de actividad tradicional para buscar, en ese espacio de creatividad compartida, una inspiración para hacer algo diferente que pueda ser exitoso y a la vez dejar una impronta.
Musas Nails Laboratory es un ejemplo claro del poder de las redes para garantizar el éxito de un negocio. Según sus propias dueñas: «Desde el 2018 la 3G ha tenido un impacto evidente tanto en la esfera social, como en la empresarial. Para un negocio el marketing digital que se hace en las redes es un motor impulsor importantísimo».
Estas musas cubanas no se limitan a inspirar a los artistas, sino que son capaces de plasmarles su arte en muchas manos. Como tantas compatriotas luchadoras levantaron un negocio de la nada, que cada vez da más que hablar dentro y fuera del mundo artístico. Ellas pretenden ser un puente entre la «cultura» y la «subcultura», entre el centro y la periferia, entre la adolescente durakita y el superflat. ¿Lo lograrán? Solo el tiempo podrá decirlo, pero mientras tanto, un grupo de jóvenes aguardan para que sus uñas se conviertan en lo más divine y trash de toda La Habana.
Fernando Vargas
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