El sector privado es uno de los grandes afectados con estas nuevas tarifas para cobrar el agua

El Ministerio de Finanzas y Precios anunció la aplicación de nuevas tarifas de cobro de agua en el sector productivo o de servicios, a estrenar el próximo primero de abril. La resolución, en vigor desde el pasado 24 de febrero, se aplicará al ámbito doméstico el próximo 30 de octubre.

Según el medio oficialista Granma, “estas nuevas tarifas constituyen una forma más de velar por el ahorro y el uso racional del agua”, y abarcarán solo a quienes tengan instalados metros contadores.

El alza en los precios es notable, y considera una tarifa fija, cuyo monto aumentará en dependencia del volumen sobrepasado; el uso del alcantarillado, por el cual se añadirá un 30 por ciento al servicio de acueducto; la limpieza de fosa, por valor de 40 pesos cubanos; o el abasto con carros cisterna, por 1.75 pesos por kilómetro a recorrer.

Por supuesto, al cubano de a pie la disposición no le agrada en lo más mínimo. El agua, bien de primera necesidad y que el gobierno cubano se vanagloriaba de ofrecer subsidiada, está adquiriendo ahora un valor capaz de afectar los menguados ingresos de los ciudadanos.

“Ahora no hay dinero y van a sacárselo a alguien. Solo quiero ver el modo en que van a ejecutar esa disposición, pues, en la mayoría de las ocasiones, las fosas tupidas y los grandes salideros son culpa de ellos mismos. No creo que también las paguemos nosotros”, señala Felipe Ortiz, trabajador por cuenta propia.

Es precisamente el sector privado uno de los grandes afectados con estas nuevas tarifas para cobrar el agua: el servicio se les encarece aún más. En estos casos, el cobro se realiza aplicando las tarifas domésticas y productivas, teniendo ambas un mínimo de seis metros cúbicos al mes por habitante.

De este modo, negocios como el de lavado de carros o la hostelería aumentarán sus gastos. Amelia, por ejemplo, tiene una casa de alquiler que atiende sola. “No tengo compañía, solo los clientes; así que me tocan 12 metros cúbicos por mes, lo cual gasto en apenas tres clientes. Me imagino que superaré todos los conteos establecidos”, argumenta.

Ante esta nueva legislación, surge la duda: ¿qué pasará con aquellos lugares donde, desde hace mucho, no entra el agua? En Centro Habana, por ejemplo, el hecho de “cobrar el agua, aun con los precios anteriores, es una falta de respeto. Este es uno de los municipios más afectados con el abasto, y las mayores víctimas de la indolencia de las autoridades en esa materia”, señala María Francisca, vecina de la calle Virtudes.

En zonas donde las pipas son el pan nuestro de cada día, los habitantes se muestran preocupados. “Si de repente tenemos un problema aquí en San José –municipio Cotorro– y necesitamos un camión cisterna, ¿de dónde sale este? Porque si nos lo mandan directo del lugar de carga, por El Cerro, nos sale en cientos de pesos, aun cuando el problema no sea nuestra culpa”, reflexiona Zoe.

René Domínguez, por su parte, aventura un poco más: “Esto da margen al trapicheo, al negocio. La mayoría de los cubanos con un consumo alto, intentará engancharse a la toma de alguna entidad estatal, o empezarán a poner los llamados ladrones de agua de forma tal que ese consumo no pase por medidor. ¡Hay mucho margen!”, considera.

María Carla Prieto


 

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