Vela para la Acción Climática es una iniciativa juvenil en la que participan dos cubanos. Conversamos con Ismario Rodríguez, uno de ellos
Este 26 de febrero dos jóvenes cubanos subirán a bordo del velero Regina Maris para integrarse al grupo de 25 activistas de distintos países que navegarán en Vela para la Acción Climática y asistirán a la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático SB52.
Entre aproximadamente 300 solicitantes para realizar la travesía fueron seleccionados de Cuba el joven universitario Rubén Darío Herrera, fundador del capítulo cubano del movimiento Juventudes por el Clima (Fridays For Future) e Ismario Rodríguez, periodista del medio independiente Periodismo de Barrio. Ambos subirán hoy a la embarcación en las costas de Jamaica.
Vela para la Acción Climática zarpó el pasado 20 de febrero de Cartagena de Indias, en Colombia, con destino final en la ciudad de Ámsterdam, donde tendrá lugar la conferencia. Dicho viaje es parte del proyecto Vela por la Acción Climática integrado por jóvenes europeos y latinoamericanos que buscan fortalecer la voz de los activistas y de los afectados por la crisis climática, y están interesados en compartir la experiencia con habitantes de muchas regiones del mundo, acerca del cambio climático y las acciones que pueden tomarse para evitarlo.
Muchos cubanos comprometidos con el tema han puesto fe en que esta experiencia marque una ruta distinta en la percepción que predomina en el archipiélago acerca de acciones y movimientos ambientalistas. El pasado septiembre la marcha que había organizado en la isla el movimiento internacional Juventudes por el Clima, en apoyo a las manifestaciones globales, quedó suspendida por no contar con los “permisos requeridos” por las instancias gubernamentales.
Sobre la experiencia en el velero Regina Maris, del proyecto Vela para la Acción Climática, conversa con Cubacomenta uno de los jóvenes cubanos que asistirá, Ismario Rodríguez.
De aproximadamente 300 postulantes cubanos para la travesía solo tú y Rubén Darío fueron escogidos. ¿Por qué ustedes? ¿Qué criterios de selección se tuvieron en cuenta?
Cuando fue lanzada la convocatoria apliqué y expuse mi trabajo como periodista en Periodismo de Barrio que ha focalizado parte de su misión en temáticas cercanas de eventos naturales, cambio climático, biodiversidad, etc. A ellos les llamó mucho la atención la labor que había hecho con varios proyectos en Periodismo de Barrio y otros míos, personales. Tuvieron varias conversaciones conmigo vía online, intentaron conocerme, saber qué era lo que me movía, lo que me motivaba. A partir de las 300 postulaciones que hubo, abrieron un grupo de plazas pero eran solo autofinanciadas; ellos decidieron priorizar las que estaban completamente pagadas a los miembros indígenas del viaje que evidentemente tienen menos condiciones y menos recursos.
En mi caso, me abrieron la plaza dentro del velero completamente gratuita, pero el resto del viaje si es financiado por mí. Para el criterio de selección se tuvo en cuenta el trabajo realizado, el tipo de activismo que realizan en sus países, las expectativas con el viaje, qué pudieran aportar al grupo, y sobre todo, cómo pudieran aprovechar esta oportunidad para mejorar y ampliar la visión acerca del cambio climático, y cómo luchar en contra de él en cada uno de sus países.
¿Qué tiempo durará la travesía y cuál será el recorrido?
La travesía durará dos meses. Comenzó este 20 de febrero en Cartagena de Indias y concluirá en Ámsterdam entre el 17 y el 18 de abril. Realizará varias paradas, ahora mismo está detenido en Jamaica esperando porque Rubén y yo nos sumemos. Después hará una parada a mediados de marzo en Las Bermudas y luego en Las Azores a finales de ese mismo mes. Llegaríamos a Francia y la última parada el 16 de abril sería en Ámsterdam.
¿Es la primera vez que cubanos participan así en este tipo de eventos?
Que tenga conocimiento, sí. El movimiento como tal de realizar viajes y expediciones de este tipo sí creo que es nuevo, pero ya otras veces han participado cubanos. En el caso de Periodismo de Barrio, la periodista Elaine Rodríguez participó en una Cumbre Climática COP en Yucatán y el periodista Julio Batista lo hizo recientemente en Madrid representando a este mismo medio.
En mi caso, a pesar de que apliqué como periodista del medio, no voy como realizador de ahí, ni voy a hacer coberturas del evento. Voy por motivos personales y de algún modo, para intentar aprender, enriquecerme profesionalmente y aprovechar la oportunidad de documentar un viaje y a jóvenes activistas como los que me estarán acompañando.
¿Cuál ha sido la posición del gobierno cubano ante esta oportunidad?
Hasta ahora ninguna, el gobierno no ha dicho nada. Es una iniciativa totalmente independiente, creada por jóvenes de veintitantos años, vinculados a movimientos climáticos alrededor de todo el mundo como Extinction Rebelion, Fridays For Future, todavía ni siquiera han podido registrar el proyecto en Europa que es donde ellos viven para poder identificarlo como una ONG. Están intentando levantar un poco de dinero para auspiciar al resto de los participantes que como yo están yendo a Europa de forma autofinanciada. En nuestro caso el gobierno no tiene ninguna posición, ni ha estado al tanto de lo que estamos haciendo.
¿Por qué crees que el movimiento internacional también conocido como Juventudes por el Clima genera desconfianzas y temores dentro de las autoridades cubanas?
Este tipo de iniciativas como es el caso de la marcha o actividad que fue propuesta hacer en septiembre del pasado año, a raíz de la iniciativa de Greta Thunberg, a veces genera un poco de incertidumbre, miedo y desconcierto entre las autoridades cubanas , porque creen que pueden servir de puerta para otras demandas de otros sectores de la sociedad. O sea, que puedan surgir personas oportunistas que quieran tomar esto y volverlo otra cosa. Todo movimiento que no sea creado o impulsado por el gobierno es visto con desconfianza, como si fuese apoyado por el enemigo para desestabilizar o dar confianza a las personas para que se manifiesten y expresen de forma pública sin el apoyo del Estado.
¿En qué medida consideras que Cuba necesita del activismo ambiental?
La construcción de los hoteles y el turismo representa un peligro para los hábitats naturales, sobre todo afectan a especies en peligro de extinción. Hay un extenso plan de construcción hotelera en muchos cayos y zonas protegidas de Cuba que no se han parado, que solo están en pausa, que pretenden continuar y han pasado por alto la opinión de muchos especialistas acerca de que no son los lugares indicados, ni lo es la forma de implementar los complejos hoteleros en esos sitios.
También está de algún modo el tema de cómo se utiliza y se emplean las industrias en Cuba, de cómo tienen poco respeto a la conciencia ambiental y arrojan desechos sin tapujos; y sin responsabilidad el CITMA y las instituciones correspondientes no exigen más rigor. Asimismo sucede con la situación minera en Moa, hay poco seguimiento en cuanto a la recuperación en las zonas que han sido explotadas. También en cuanto a la deforestación. A pesar de que el país tienen altos índices de foresta, estos son manejados a partir del número de plantas que se siembran y no por el nivel de fertilidad, de crecimiento y de cuán vivo estén los bosques.
Igualmente está el asunto de cómo se está ejecutando la Tarea Vida, cómo está ocurriendo el desplazamiento, qué oportunidades se están dando, qué daños está provocando la subida del mar a las comunidades. Más allá de activismo, es velar para que eso no genere más drama en poblaciones que durante un gran periodo de su vida han vivido a orillas del mar.
¿Podría esta travesía influir en la posición del gobierno cubano con respecto a cuestiones medioambientales y a movimientos por el clima?
Sería muy engreído decir que sí. Si hago esto no es esperando que el gobierno tome una postura, es simplemente tratando de visibilizar los problemas, intentar aprender y hacer llegar los hechos, qué está ocurriendo y qué debemos hacer. Mi idea jamás sería influir en la posición del gobierno cubano sobre cuestiones medioambientales. Quizás este mismo viaje pudiera ayudar a que otros jóvenes cubanos se unan al movimiento, o que se impliquen con políticas medioambientales, exigir desde sus comunidades un poco más de cuidado y respeto en este sentido.
Lucía Jerez