“Nos hemos propuesto garantizar 30 libras mensuales de viandas y hortalizas a cada compatriota”, dice ministro Marrero Cruz. Y los cubanos se preguntan cómo lo harán

Cuando la situación con la comida en Cuba parece no poder estar peor, siempre llega un suceso para demostrar que se puede seguir tocando fondo, aun con mayor profundidad. Ahora le tocó a las viandas.

Este 16 de febrero el primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, durante el acto de celebración del aniversario 32 del Programa de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, sentenciaba que, como lo ha hecho hasta ahora, la agricultura cubana no iba a ser capaz de producir mucho más que vianda.

“Los cubanos hemos heredado como tradición alimentaria una dieta compuesta por cuatro productos básicos: arroz, frijol, vianda y proteína, a lo que habría que sumarle los vegetales o ensaladas. De ellos hoy alcanzamos total soberanía solo en uno: las viandas. Importamos una parte importante del arroz, y en menor medida frijoles y cárnicos, aunque también en volúmenes considerables, e incluso un nivel de vegetales y hortalizas”, dijo Marrero.

“Nos hemos propuesto garantizar 30 libras mensuales de viandas y hortalizas a cada compatriota, y de ellas alcanzamos 20 en 2019”, admitió el primer ministro cubano.

A juicio de la doctora Julia Góngora, habría que ver quiénes son los cubanos que pueden darse el lujo de heredar la dieta a la que se refiere el funcionario. “Si hablamos de proteína, no sé cuántos habitantes de esta isla consumirán la necesaria para su edad y peso. Teniendo en cuenta que la vegetal no es la única que requiere el organismo y de la animal, es mejor no hablar. Ya dijo el ministro que el año pasado solo se asignó 200 gramos por persona. Cifra tristemente risible. Además, frijoles y viandas tampoco son constantes en la dieta de la mayor parte de la población. Para ver la mala nutrición que se tiene en este país basta con mirar los pacientes con diabetes, obesidad e hipertensión arterial”.

El directivo añadió también que “nuestro futuro tiene que estar dirigido a lograr la soberanía alimentaria. Eso tenemos que proponérnoslo por etapas, mientras más breves mejor, planificadas y bien coordinadas de manera integral mediante planes realistas. Precisamente las hortalizas, los vegetales y los frijoles son los productos que en un corto plazo podemos dejar de importar”.

No obstante, ni siquiera la vianda constituye hoy un producto estable o asequible en los mercados. Yasmani Pereira, vendedor del agro ubicado en la esquina J y 21 del Vedado reconoce que “no siempre es sencillo conseguir la mercancía para surtir de malanga y boniato las tarimas, que son, al menos en estas fechas las viandas disponibles. Es por eso que a veces la libra está cara y es que para poder venderla, nosotros también tenemos que pagarla a altos precios a los proveedores”.

Eliser Núñez, campesino mayabequense explica que para lograr su última cosecha de malanga y poder llevar a cabo el contrato que tenía con la cooperativa, tuvo que asumir todos los gastos de fumigación y abonos que requiere la cosecha. “El Estado no hace absolutamente nada y se planifica y promete contando con el trabajo de los campesinos, a quienes tampoco apoya ni asiste”.

Felicia Fundora, vecina de la calle Santa Ana, en Plaza de la Revolución se pregunta dónde está la vianda que supuestamente se asegura en Cuba, según Manuel Marrero Cruz, para la dieta básica. “De vez en cuando veo alguna malanguita, o alguna yuca en temporada, pero nada más. De hecho la papa, que está entrando a las bodegas y mercados para la venta regulada es un verdadero dolor de cabeza. Las colas son enormes y lo que despachan son unas papitas por núcleo que más bien parecen semillas”.

Salvador Valera, de 46 años, expresa que, incluso la vianda que llega a la bodega como dieta para enfermos y niños, viene pobre y racionada. “Es muy estúpido hablar de soberanía alimentaria cuando ni siquiera abunda la vianda”.

Texto y foto: Lucía Jerez


 

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