La brigada que corta los árboles nada tiene que ver con la que luego recoge ramas y troncos. Los vecinos son los perjudicados
Hace algunos años que en La Habana la práctica de cortar árboles con una altura determinada dejó de ser una medida ante fenómenos naturales, para convertirse en un procedimiento que se ejecuta con regularidad. Se ha tornado común, sobre todo en barrios de la capital cubana caracterizados por la presencia de árboles en las aceras y avenidas como El Vedado, Miramar y La Víbora, entre otros.
“La idea es evitar que los árboles crezcan demasiado y terminen afectando a las personas, a las viviendas o al tendido eléctrico que les queda encima”, explicó Sergio Domínguez, miembro de una de las brigadas que desempeña estas funciones.
Casi siempre cuando se va a ejecutar la operación se suspende el fluido eléctrico en la zona para evitar accidentes, pues las ramas rozan los cables de electricidad. No obstante, últimamente los problemas han comenzado a aparecer luego de que culmina la poda.
“El caso es que cuando ellos terminan de cortar, todas las ramas, los troncos y los gajos los dejan tirados en la acera o en una orilla de la calle. Esto ha ocasionado daños a miembros de la comunidad, sobre todo a personas mayores que han tropezado”, cuenta Rosa Margarita, vecina de la calle Hidalgo en el municipio Plaza de la Revolución.
Lo peor para Elio Silveira es cuando llega la noche. “De día uno por lo menos puede tener cuidado, mirar bien, caminar despacio. Sin embargo, cuando llega la noche el peligro aumenta. El alumbrado público en este país es un desastre. Puedes caminar cuadras y no encontrar un poste encendido. Han sido varios los vecinos de mi edificio que al subir la acera se han enredado con gajos, troncos, y han caído al suelo. Cuando nos quejamos en el CDR nos dicen que es cosa de Comunales, que la motosierra que se encarga de podar no tiene nada ver con la recogida”.
Uno de los funcionarios de este organismo en el Municipio Plaza de la Revolución justificó la lentitud en el proceso por el tema del combustible que continúa afectando también los servicios públicos. “Se intenta priorizar la basura. No puede destinarse un transporte exclusivamente para cargar las ramas del suelo. En todo caso se debería aprovechar la ruta del camión que se encarga de llevarse los desechos. Lo que sucede es que ni siquiera estos están circulando todos los días, en ocasiones solo lo hacen una o dos veces por semana”.
Bárbara Martínez, residente en la calle Tulipán, alegó que en no pocos barrios la solución que han encontrado los habitantes es orillar bien las ramas de los árboles, alejarlas de las sendas por donde se transita o colocarla en sacos de nylon para que no lastimen a ningún transeúnte. “Una vez más la solución a problemas de orden público y social la tenemos que buscar nosotros”, se lamentaba Berta.
Texto y fotos: Lucía Jerez