Una falla – ortográfica – a la hora de emitir un documento por autoridades del Registro Civil de Manzanillo, pudiera alejar el sueño de Manuel García Frutos de hacerse ciudadano español.

Manuel García Frutos, oriundo del municipio granmense de Manzanillo, tiene la solución de muchos de sus problemas- como se diría en la calle – “en la mano”; sin embargo, es tan intangible como dolorosa. El hombre, por culpa de un error ortográfico en el Registro Civil de Manzanillo, no ha podido seguir adelante con el proceso para obtener la ciudadanía española; o lo que es lo mismo, ¡hacerse español!

Conocer Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, disfrutar de las tapas y los vinos; degustar la exquisita comida española, de los quesos cantábricos y del jamón ibérico es para García Frutos una quimera que cada día se le aleja y se le aleja, como si estuviese caminando hacia el horizonte.

El pobre hombre anda danto tumbos desde el Registro Civil de Manzanillo a la prensa cubana, a la cual escribió como solución in extremis a ver si por fin ve solución a su caso.

García Frutos solicitó desde el 2 de septiembre pasado su inscripción de nacimiento al Registro Civil de Manzanillo. Sin embargo, “los nombres de mis abuelos paternos no coincidían, por lo que la directora del lugar me indicó que para subsanar el error tenía que traer la inscripción de mi abuelo nacido en España”, explica en su misiva el cubano con aspiraciones de convertirse en español.


Dice el futuro español, que el problema de esa “no coincidencia” se resume en ¡una falta de ortografía!. Esa falta hace que un apellido sea diferente a lo que originalmente ese.

“El error viene desde el momento que me entregan la inscripción solicitada, con una falta de ortografía que provoca esta historia” cuenta el cubano a la prensa nacional.

Un abogado que este contrató para demandar al Registro Civil de Manzanillo, le comunicó el 31 de octubre, que no había modo de ganar esa pelea, y le sugirió que siguiera las indicaciones dadas. Buscarse una certificación original de nacimiento de su abuelo, un trámite más que sencillo en España (dicen), pero que desde Cuba a García Frutos se le aleja como si fuera Ulises en la barca rumbo a Troya.

Y aquí apareció la Hidra de muchas cabezas; porque García Frutos había logrado darle al abogado una certificación de nacimiento de su abuelo que él había solicitado en marzo de 1973 con el número 001524. El documento, encontrado sabe Dios en que rincón de su casa suponía para él la prueba irrefutable de que su abuelo era el padre de su padre, pues en ese documento de 47 años de edad, los apellidos de su abuelo y el de su padre sí coincidían. Pero no, según el Registro Civil  “la inscripción no era válida, porque no tenía sello y era vieja, que las válidas son las que tienen en los archivos”.

Como él no puede ir a España, y el plazo de la cita en la cual debe presentar los documentos a la embajada española está por vencer, García Frutos se siente atado de pies y de manos. No sabe qué hacer.

La lógica indica que, si en el año 1973 “los nombres estaban correctos” no hay motivos por el que ahora “haya una incorrección”. El asentamiento en los libros es único. Allí las Z siempre serán Z, y las S siempre S. ¿Por qué el hombre no volvió a solicitar otra inscripción de nacimiento al Registro Civil de Manzanillo?

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