¿Cuántos centímetros podrá crecer el muro del Malecón? El proyecto tiene cuatro etapas, pero algunos habaneros rechazan la idea
Los recientes comentarios acerca de un proyecto que elevará el muro del Malecón han desatado cierto descontento entre los habaneros. Pescadores, vecinos, visitantes, jóvenes, niños y ancianos, sienten que los memorables ratos sobre el hilo de concreto pudieran estar muy cerca del final.
Desde el pasado junio, el medio oficialista Cubadebate publicaba que “como parte del Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático, Tarea Vida comenzará este 2020 la rehabilitación del Malecón para evitar inundaciones costeras, tanto marítimas como pluviales”.
Según el informe, el proceso que constará de cuatro etapas, comenzará con “el cambio de la geometría del muro y de su elevación hasta donde la arquitectura lo permita. Pues, la estructura actual no es lo suficientemente eficiente para disipar la energía de la ola”.
Gustavo López, ingeniero civil, admite que no es menos cierto que los fenómenos climatológicos afectan considerablemente a las construcciones más próximas: “Sin que venga un ciclón o un tsunami como se previó hace poco. Con tan solo un temporal, las olas avanzan de un modo desconcertante. Esto no solo ha erosionado la emblemática estructura, sino que ha perjudicado las viviendas cercanas.”
“Aun así -añade el especialista- pueden valorarse muchas opciones antes de decidir elevar esa pared, que, despojándola de todo valor constructivo, encierra mucho del espíritu de los habaneros. Tal vez una inclinación que haga frente con mayor resistencia al oleaje voraz, pudiera ser una de las alternativas. Principalmente, si se tiene en cuenta que también estas obras irán acompañadas de diques y un mejor sistema hidráulico que, del otro lado, contribuya a frenar el impulso de la marea. Es importante acotar que La Habana no es la única ciudad en el mundo que converge con el mar. Se trata de planificar construcciones y restaurar en función de resistir a la convivencia con el salitre y el viento. Si la idea es demoler edificaciones y elevar murallas, la urbe se quedará sin sus íconos más representativos”.
Sara Martín, habanera, recuerda las tardes en que siendo una niña caminaba del brazo de su padre por el muro del litoral. “Me parecía tan ancho, tan amplio entonces, tan alto. Ahora no me lo imagino unos centímetros de más. No quiero pensar mi vida ni la de los que hemos permanecido cerca, viendo cómo se nos acorta el espacio entre el cielo, La Habana y el mar”.
A Saúl Linares ya no le preocupa que le quiten el anzuelo, ni que el médico le prohíba pedalear hasta la parte este de la capital para vender sus pescados. Hace años que se contenta con sentarse de espalda a la avenida y llenarse los ojos de añil, mientras piensa en las tardes con la radio, la vara, los pargos y los bonitos. “Ya no voy a pescar, pero ese sigue siendo mi oxígeno. Ese es mi templo. Y si un día veo que el muro crece y las piernas no me dan para subirme, ahí sí me muero”.
En el 2018 la arquitecta Perla Rosales, directora adjunta de la Oficina del Historiador de la Ciudad, declaró a la agencia española EFE que “hay un interés personal del Historiador Eusebio Leal en el rescate del Malecón por ser la cara de La Habana”.
“En las 14 manzanas que tiene el Malecón coexisten 77 edificios, construidos en su mayoría a principios del siglo pasado, cada cual con un estilo particular que van desde el eclecticismo, hasta el modernismo y el art déco tardío”, describía EFE.
Toda esta riqueza arquitectónica compone el litoral, donde sin lugar a dudas, el muro del Malecón figura como horizonte material para esa parte de la ciudad derruida que se aferra a respirar cerca del mar.
Texto y fotos: Lucía Jerez
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