El tiempo máximo de demora para un telegrama urgente es de cinco horas. Algunos cubanos utilizan este servicio para viajar más fácil. Descubre cómo
En Cuba, la era digital no ha podido barrer por completo con la correspondencia postal, mucho menos con los telegramas. Aunque es cierto que cada vez menos personas los prefieren.
El volumen de textos enviados por esta vía ha descendido considerablemente. Denia, trabajadora de la dependencia de Correos de Cuba, sita en 23 esquina a C, en el Vedado, explica “que esto se debe al volumen de redes móviles, que asciende ya a varios millones en todo el país”.
Igualmente, “la habilitación de la Internet móvil, que llega a buena parte de la población, es un freno para el normal desenvolvimiento de este medio de comunicación, al cual le auguro la desaparición”.
El tiempo máximo de demora para un telegrama urgente es de cinco horas, de acuerdo al testimonio de una operadora de la oficina de Línea y Paseo. “En esta unidad expiden 60, máximo 100 mensualmente. La mayoría de estos notifican algún fallecimiento o son enviados a sitios muy apartados geográficamente”, concluye la trabajadora.
Una facilidad ofrecida por las terminales de pasaje a lo largo del país, mantienen vivos a los telegramas. En las listas de espera, se escucha a veces antes de que te llamen la frase “telegrama de fallecido”.
“Las personas que presenten un telegrama en el cual se informe de un fallecimiento son priorizadas, por lo que salen en el primer vehículo capaz de llevarlos a su destino, a fin de que puedan llegar a tiempo para despedir a su familiar”, aclara Yiya, jefa de turno del departamento Cienfuegos-Villa Clara, en la Terminal de Ómnibus Nacionales.
Muchos refieren que esta facilidad propicia la pillería: “una ola de telegramas en temporadas malas: fin de año, día del amor y vacaciones. No tienes manera de corroborar la veracidad de la información, pero no puedes violar lo establecido”, concluye.
A regañadientes, Merlin asume haber utilizado ese truco al menos una vez. “Mi madre me envía uno con una mala noticia, y tengo prioridad”. Aunque sabe que su comportamiento es cuestionable, argumenta que esta es una forma fácil de viajar, más con un pequeño. He dormido en el piso de la estación varias veces con mi niña, sin conseguir siquiera un banco duro. La gente pone sus bultos en los asientos sin conmoverse por los demás, por eso me voy sin remordimientos. Cada cual que resuelva su problema”, finaliza.
Sin embargo, los telegramas siguen teniendo utilidad real. Para Mariela, esta es una buena manera de comunicarse con su familia, quienes viven en El Horno, un apartado pueblito perteneciente a la provincia de Granma.
“Les informo mediante esa vía cosas puntuales. Intercambiamos de manera concisa sobre el estado de salud de la familia. Ellos no tiene teléfono fijo ni celular, ni allí hay Wi-Fi, y como el mensaje más costoso es de 8 CUP, lo utilizamos regularmente”, comenta.
Por el contrario a Mariela, otros prefieren morir a utilizar este u otro servicio de la empresa cubana: “Es lo peor. Anunciaron con bombos y platillos la informatización de los servicios, pero un telegrama, un paquete o una carta, demoran días, meses. ¿Por qué no utilizar ellos la tecnología de la que disponen para acelerar algunos procesos?”, se pregunta Aldo.
Recientemente, Correos de Cuba anunció remodelaciones en todos sus servicios, como parte del proceso de informatización. En el área de los telegramas, solo se instauró un rastreador. Ni siquiera es posible ahorrarse el viaje a las oficinas para mandar el telegrama.
María Carla Prieto