Otra vez un domingo un grupo de cubanos residentes en su mayoría en la ciudad de Miami salieron a las calles a protestar, no contra el gobierno de Cuba como muchos hubiesen creido, sino contra el de los Estados Unidos, cuya administración tiene detenido el Programa de Reunificación Familiar conocido como Parole.
Al grito de “¡qué abran el parole!”, los manifestantes expresaron por las claras su enojo contra lo que algunos de ellos califican de injusto, otros de estafa – por cuanto pagaron y el gobierno ha incumplido el compromiso contraido -, pero en general califican como inhumano y violatorio.
Todos, sin distinción, quieren que sus familiares en la isla viajen ya a los Estados Unidos, pero la administración Trump ha puesto un freno al ingreso de inmigrantes a territorio estadounidense, y no solo por las vías ilegales.
Lo curioso de este freno que se le puso al Programa Parole de los cubanos, es que su entró en vigor cuando, en el 2017, Washington retiró el 60 por ciento del personal de su embajada en La Habana por los conocidos “ataques sónicos”, de los cuales acusaron a Cuba. Nadie tiene certeza de que los cubanos estén involucrados en el uso de una arma tan secreta y super potente que para colmos solo existe en teoría.
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Cubanos quieren que se abra de inmediato el programa Parole, aunque sea a través de un tercer país.
Y si en el pasado, los problemas de la comunidad cubana residente en la Florida eran resueltos por los políticos republicanos, ahora las “reglas de juego” han cambiado.
Ni el Senador Marco Rubio, ni el congresista Mario Díaz-Balart, los únicos dos republicanos de Miami con un puesto alto en Washington se han puesto al lado de sus coterráneos. El papel de ambos ha sido ocupado por las congresistas demócratas Donna Shalara y Debbie Mucarsel-Powell. Esta última se encuentra impulsando un proyecto de ley, el cual lleva su nombre, dirigido a reactivar el Programa, al menos tal y como se encontraba antes cuando Trump llegó al poder.
En una movida que no por anticipada dejó de causar asombro, en noviembre del año pasado, la Comisión de Miami-Dade rechazó reactivar el programa; un condado donde uno de cada cuatro habitantes nació en Cuba. Se estima que en Miami-Dade un 74% son de origen cubano, y una ciudad como Hialeah el número asciende a un 86%.
Sin embargo, sus comisionados parecen ir por un lado distinto. Uno de ellos, Esteban Bovo Jr.,cubanoamericano, dijo que el proyecto que impulsa Mucarsel-Powell es contrario a la política de Washington.