En este testamento espiritual, el cardenal Jaime Ortega admite el sufrimiento, duro de soportar, por los ataques e incomprensiones de cubanos que viven fuera de la isla
En su portal digital, Palabra Nueva, la revista de la Arquidiócesis de La Habana, ha publicado un manuscrito entregado por el cardenal Jaime Ortega Alamino a quien fuera su secretario personal.
El texto, que permanecía desde finales de mayo del 2017 resguardado por el secretario Nelson O. Crespo Roque, fue escrito por Ortega Alamino durante un Retiro que realizó del 19 al 25 de abril de ese propio año con los Padres Carmelitas en el Convento de San Juan de la Cruz, en Segovia (España).
Cuando entregó a su secretario el manuscrito, el Cardenal únicamente le dijo: “Toma, consérvalo, pero sácalo hoy mismo de mi casa. Nelson, guárdalo como si fuera un testamento, ábrelo solo después de mi muerte, luego haz con él lo que desees: publícalo, rómpelo o quémalo”.
Luego de la muerte del Cardenal Jaime Ortega Alamino el 26 de julio del pasado año, y tras los funerales, Nelson O. Crespo Roque explica que decidió abrir el sobre y leer las “14 páginas, escritas con gran fluidez para el tema que trata… constituye una especie de testamento espiritual”.
Bajo el título Todo es nada, solo Dios aparece este testamento espiritual del Cardenal en el sitio digital de la revista de la Arquidiócesis de La Habana. Más de uno podría sorprenderse, porque Jaime Ortega se negaba a hablar de ciertos episodios de su vida, con este fragmento:
“…la fe me levantó por encima de esos sufrimientos interiores y el Señor ha querido compensar con detalles continuos y delicados lo que pudiera ser doloroso, de tal modo que me ha hecho sentir que nada he sufrido a la luz de su pasión, que nada he compartido de ella. Cuando me hablan de los meses que pasé en trabajos forzados, de las penurias de alimentación, transporte y vestido, de los años difíciles de trabajo pastoral en parroquias del campo, nada de eso me parece extraordinario y me da temor que no esté ni remotamente unido a la pasión del Señor”.
Estremece también esta frase del Cardenal: “Siempre fui “demasiado” querido y no era portado a querer a los demás, y cuando lo he hecho ha sido con amor posesivo. Esto me dañó y puede ser la causa (así lo creo) de mi sonrisa triste”.
En este manuscrito entregado en mayo del 2017 a su secretario, el Cardenal Jaime Ortega Alamino reconoce otros dolores que lo aquejaban: “Esa es la historia llena de elogios de algunos y de críticas amargas de otros. En esa historia Cristo Jesús se me fue mostrando particularmente bueno y misericordioso. Me ha ayudado a llevar la Cruz de críticas, ataques amargos e incomprensiones de mis hermanos cubanos que viven en el exterior. De los fieles en Cuba he sentido cercanía, afecto, admiración, gratitud. Esto compensa los sufrimientos anteriormente dichos, pero aun así son muy tristes y duros de soportar”.
El manuscrito íntegro puede leerlo aquí.