Los refugios para animales son una parte de la labor de los activistas en Cuba. Gustavo, en Santa Clara, y Blanca, en Remedios, hablan de sus experiencias
Cada mañana, Gustavo Mena Artola debe levantarse muy temprano. Antes de llegar a su centro de trabajo, alimentará a los más de 60 perros y gatos que tiene a su cargo.
Con premura y responsabilidad recorre todo el terreno propiedad de su padre, donde inauguró el refugio Esperanza de Vida y Justicia, uno de los más famosos hoy en Santa Clara.
“Aunque con espacio y condiciones adecuadas estoy trabajando hace un año, mi amor por los animales viene de antes. En mi casa, siempre he tenido varios perros rescatados. Llegué a treinta y pico de ellos, en adopción todos, pero que no encontraban familia. Tenerlos en mi hogar se me hizo imposible, por lo cual mi papá me cedió un espacio en su colchonera para hacerles un hogar”, explica.
Exmiembro del grupo villaclareño Hope for cubans paws, Gustavo comenzó su labor coordinada en 2018, cuando mediante las redes sociales contactó con reconocidos protectores de la provincia como Dani Daniel. Con él, Idaisy y Raidel, rentó un patio de la zona para crear un santuario de animales. Cuando este cerró, decidió seguir con el trabajo por su cuenta.
A día de hoy, continúa su labor. Trabaja codo a codo con un equipo de tres veterinarios, los cuales se encargan de realizar campañas de vacunación, esterilización y desparasitación a los animales de su refugio, además de atender a los dueños que lleguen a solicitar ayuda.
“Con la escasez, el número de adopciones comenzó a decrecer –no entiendo por qué, si donde come uno, comen dos-. Aparecieron cada vez más perros por esta zona. Actualmente, la gente se cohíbe de tener una mascota por problemas económicos y, ¿qué puedo hacer? En la calle no puedo dejarlos”.
Entre los servicios brindados se encuentra el de asesoría: “Les doy a quienes adoptan las herramientas necesarias para cuidar a sus mascotas, la posibilidad de ver a nuestros veterinarios y, de no querer más al animalito, lo pueden regresar sin problemas al refugio, lo importante es mantenerlos fuera de las calles”, afirma.
Según Jenizbel, el amor por los animales hace a Gustavito, como lo llama cariñosamente, fungir además como hogar de tránsito para tratar a perritos enfermos. Ella misma llevó a Snoopy el 25 de octubre pasado. Tenía una costilla fracturada y una severa enfermedad en la piel.
“Cuando lo recogí, mis vecinos me decían que lo dejase ir, pues estaba sarnoso; aun así, hablé con Gustavo y lo llevé al refugio. Él lo acogió con mucho amor y le brindó tratamiento hasta el día 6 de diciembre, cuando lo traje de vuelta a casa. Aunque iba cada día a verlo y llevarle comida, allí no necesitaba nada más. Ahora muestro al cachorro con orgullo, y todos se sorprenden”.
Esta es una de las tantas historias milagrosas de Gustavo Mena Artola, entre las cuales puede contarse también la de Milagros, rescatada casi muerta. “La habían mordido y le faltaba una parte de la boca; por la desnutrición, tampoco caminaba. Él le hizo una camita en alto, con mosquitero y todo. Allí la alimentó con una jeringuilla hasta que el animalito pudo moverse. ¡Qué puedo decirte! ¡Es una gran persona!”, concluye.
El trabajo en el refugio no se detiene ni un momento, a pesar de las necesidades. “Para muchos, una donación es en grandes cantidades, y no es así. Un trapo viejo, dos libras de arroz o un paquete de picadillo que traiga alguien, me alivian de comprarlo a mí. Ahora estoy educando a la gente en ese aspecto: poco también ayuda”.
Casi al finalizar mi conversación con Gustavo, su nieto de ocho años interrumpe. El menor trae el parte de la gatica nueva: no quiere comer sola y a él no le han preparado el biberón para alimentarla.
“Ese el rescatista más pequeño de la casa, aunque la hermanita le compite”. Antes de colgar el teléfono para atender la demanda, Mena me advierte no deje de hablar con Blanca: “búscala en Facebook”, pide.
Blanca Valdés y su refugio de Remedios
Un papel importante en la labor de Gustavo lo tiene, sin duda, Blanca Valdés. Creadora del primer refugio para animales de la provincia, en el municipio de Remedios, le dio las herramientas para saber gestionar el suyo.
Desde hace años, Blanca atiende el hogar para mascotas Callejeros olvidados. Según nos cuenta, Mena ha tenido mucha suerte de poder contar, incluso, con los alumnos de la Universidad Marta Abreu de Las Villas: “En mi caso, por estar en un municipio, no he recibido el apoyo de los habitantes de aquí. Han venido personas de otros países y provincias, pero nuestra labor se complica más, pues nos trasladamos por todo el país para hacer las campañas de vacunación y esterilización”.
La dulzura de Blanca ha conquistado a todos. Con su faena sistemática, consiguió reclutar a importantes profesionales de la salud en la zona: “Mi equipo lo conforman el director de la clínica veterinaria de Camajuaní, quien viene dos veces por semana; otro doctor de Remedios, y además, contamos con la ayuda de un técnico. Nuestro radio de acción incluye a los animalitos de las calles, las fábricas, y los nuestros, por supuesto”.
Por el contrario de Gustavo, la profesora retirada de Español no para de viabilizar adopciones responsables: “Hasta el momento han adoptado muchos dentro y fuera del país; aunque ese tema sigue siendo complicado, pues la vida está dura para las personas, imagina para los animales. Yo doy un seguimiento continuo a cada una, incluso si las mascotas se van al exterior. En tal caso, pido fotos e información regularmente. En ese aspecto, considero que soy una persona muy curiosa. Trato siempre de tener bañados a los cachorros, ponerles adornitos, ofrezco fiestas infantiles en mi casa, en las cuales los niños se encariñan con los animales e involucran a los papás”, sostiene.
Con respecto a la necesidad de un marco legal que ampare su trabajo, Blanca no se ha quedado quieta: “Estamos luchando por la legalidad. ANIPLANT (Asociación Cubana para la protección de Animales y Plantas) es el único medio para que nos autoricen a trabajar con anestesia, por ejemplo, aunque el tema está difícil. Llevo más de dos años pidiéndole a Nora García – presidenta de la mentada institución- un aval; desde hace dos meses sostenemos conversaciones y prometió examinar mis condiciones. Ya vinieron hasta aquí los directores nacionales y provinciales de veterinaria, pero hasta el momento nada. ¡Muchas visitas sin resultado!
Gustavo y Blanca están conectados entre sí por el amor a los animales. No existen rencillas entre ellos, como en otros grupos. Paciencia, trabajo duro y voluntad de cooperación priman por esos lares. Según parece, los animales continúan sacando lo mejor de las personas, al menos en Villa Clara.
María Carla Prieto
(Todos las fotos usadas en este artículo son cortesía de los entrevistados)
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