De guayaba o de coco. Muchos esperan al vendedor hasta que oyen el pregón: “Vengan todos a probar el pay, el rico pay”
Probablemente uno de los pregones que más se oye por las calles de Cuba sea: ¡pay de guayaba y de coco! Lo vocifera el vendedor, con bocina o silbato. El anuncio del popular dulce se ha colado en barrios de la periferia y también en la ciudad.
“Por aquí pasan todas las tardes. Es un muchacho joven, que viene empujando un carrito pequeño y él mismo va inventando frases que combina con canciones. La gente lo conoce y le tiene la hora cogida”, cuenta Luis Alberto, vecino de la calle Hidalgo, esquina a San Pedro, en el municipio Plaza de la Revolución.
En Mayabeque, Diana también escucha cada tarde una música que al inicio parece un villancico. Luego va tomando otros ritmos y en el momento menos esperado aparece una voz muy fuerte que convoca “Vengan todos a probar el pay, el rico pay”. “Mis hijas salen corriendo en cuanto lo escuchan. Cuestan quince pesos, tampoco es que sean muy baratos. Pero un día puede hacerse el esfuerzo”.
Idania es dulcera desde hace algunos años. Comenzó haciendo merenguitos para fiestas, pero luego se dio cuenta de que precisaba de algo que le reportara una ganancia mayor. “Imagínate, yo llenaba cuatro tártaras diariamente y lo que le ganaba era un peso a cada merenguito. Por supuesto que todos los días no salía de todos. Y a veces los tenía que botar. Entonces comencé con el pay, hacía menos cantidad, pero el resultado era significativo. Con unos pocos que vendiera ya me llevaba algo a casa”.
“A la vez que le tomas la vuelta es muy sencillo. Montas la mezcla para la masa en un molde que quede un poco hueco, luego agregas la guayaba o la ralladura de coco y le pones encima otra capa de esa mezcla. Es importante agujerear esa cobertura de encima para que el vapor pueda salir. Una vez en el horno solo es necesario ir observando la coloración y atender al olor, que es la principal señal”, explica la repostera.
Para Yailuma “lo mejor es que si no quieres el dulce completo, o no lo puedes pagar, es posible adquirirlo por porciones o cuñas. Generalmente equivale a 3 pesos y `presentan un tamaño aceptable.
Otra tendencia es hacerlos mixtos. Fusionando el coco y la guayaba. Una mitad para cada sabor. Estos son más costosos. El tamaño es mayor y, casi siempre, valen unos 20 o 25 pesos en dependencia del lugar donde se comercialicen.
A juicio de Mirtha Elena, las dulcerías particulares en moneda nacional se han convertido en una opción viable para la mayor parte de la población cubana que no puede visitar las que tienen ofertas en CUC, ya sean estatales o privadas.
“Los mismos Sylvain, aunque son del Estado, venden en divisa. Y las otras que son de cuentapropistas tienen, por ejemplo, una señorita en 12 pesos cubanos. Yo me quedo con las más humildes que proponen las rosquitas. De hecho, prefiero al pregonero que anuncia el pay”.
Lucía Jerez