El pollo, por mucho que la gente reclame que es lo único que hay, se ha convertido en el salvavidas de las mesas cubanas
Aprendió a prepararlo sentada en una esquina de la cocina viendo a su mamá. Después, según cuenta, lo hacía de comida para las muñecas, de mentirita, y si jugaba a las casitas con las niñas del barrio ella se encargaba de preparar el menú. “Tal vez por eso hoy es mi carne preferida”, comenta Idania. El pollo, por mucho que la gente reclame que es lo único que hay, se ha convertido en el salvavidas de las mesas cubanas.
“Debe ser que lo dan en la libreta o porque es lo más barato”, reflexiona Rebeca. A ella le gusta frito, con arroz y frijoles negros, “que le quede crujiente y se ponga bien doradito”. Para eso, primero hay que hervirlo, sino no se cocina por dentro. Después se echa en la grasa bien caliente.
Hasta los menos amantes de la cocina logran confeccionar un plato digno con este ingrediente. “Es lo más agradecido del mundo, como lo tires sale bien. Se aprovecha todo: la carne, del pellejo sacas grasa y chicharrones y los huesos para el perrito. El mejor invento culinario del mundo”, opina Gladys.
En los negocios estatales se vende de 25 hasta 50 CUP en dependencia del peso de la posta, ya sea muslo, contramuslo o ambas porciones juntas. “A veces por costumbre, aunque lo tengas en el congelador, prefieres pedirlo. Con él hay muy pocas probabilidades de fracasar en su cocción”, expresa Enrique.
Hasta en los restaurantes más renombrados se ofertan platos con pollo. Cordon blue, en fajitas con salsa agridulce, a la chanfaina a base de vino blanco; o las pechugas, porción más jugosa, cara y demandada del animal. “Es casi lo mismo pero con más presencia. Nosotros estamos acostumbrados a meterlos en el caldero con lo que aparezca y después creemos que eso es un manjar”, asegura Blanca.
Asado tiene un gusto distinto. “Así lo hacía siempre mi abuela, porque no le gusta la comida seca”, afirma Odalis.
Incluso cuando la jugada aprieta y de una pieza deben comer cinco o seis personas, existen maneras de intentar que todos se llenen. Eso cree Lucía. Ella “ripia bien la carne y después para la olla de arroz. Lo mezclas y punto. Lo que llaman por ahí, arroz con suerte, pues no todos los días se puede destinar un trozo grande para cada uno.
“¡Ni hablar del gusto que le da a la sopa!”, exclama Alina. “Un buen caldo, con todos sus ingredientes y proteínas, levanta a cualquiera de una cama. A mi gente yo le quito las enfermedades así; nada de pastillas, comida que es lo que hace falta”.
Mayra dice que cubano que se respete tiene entre sus predilecciones pollo con congrí. “Si hasta en Nochebuena, a falta de pavo, uno lo que cocina es eso en el horno”.
Si de tradición y costumbre se habla en Cuba hay que cederle el lugar que se merece al pollo. Al menos así lo tiene claro Lidia cuando se para frente al congelador cada tarde, y ni siquiera duda en cambiar de plato fuerte. Prefiere saber “¿cómo comeremos el pollo hoy?”.
Texto y foto: Vladia Rosa García
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