Los Cocodrilos de Matanzas se han comenzado a poner nerviosos: no pudieron ayer con los Toros camagüeyanos. ¿Mala suerte o maldición?

Todo estaba listo este jueves para que los Cocodrilos matanceros se llevaran el trofeo de campeones de la edición número 59 de la Serie Nacional de Béisbol en su cuartel general del Victoria de Girón.

A pesar de ser esta provincia cuna del béisbol cubano, escenario del primer juego oficial del que se tenga referencia hace más de 145 años, y productora de grandes estrellas del béisbol a lo largo de todos esos años, jamás un equipo con el nombre de Matanzas se ha coronado en estos campeonatos.

Después de las espectaculares victorias de los Henequeneros -conjunto que representaba a esa provincia- en los años 1990-91, pasaron casi toda esta última década coqueteando con la corona bajo las órdenes del polémico Víctor Mesa; clasificaban casi siempre a la post-temporada con dos finales incluidas, sin poder alcanzarla.

Toda una serie de inconvenientes, de hechos fortuitos, de lesiones inesperadas o emigración repentina de algunas atletas, conspiraron cada año para que esto no sucediera, a pesar de tener durante todos esos años, nóminas sólidas que llegaron incluso a implantar récords de juegos ganados en fases clasificatorias.

Ahora, por primera vez lograban llegar a tres triunfos en una final y con sólo uno más alcanzarían su anhelado sueño.

Más de 36 mil aficionados se dieron cita este jueves en el llamado “Palacio de los Cocodrilos” para presenciar el hecho histórico, pero una vez más ese empuje final no pudo lograrse y el equipo de los Toros camagüeyanos los derrotó en cerrada porfía (9-6) para poner la serie 3-2 y obligarlos a trasladarse a su tierra para definir allí al nuevo rey del béisbol en la isla (gana el mejor en siete partidos).

El punto es que los matanceros, ante tantos desencantos sufridos a lo largo de la historia, han vuelto a despertar los fantasmas que los han agobiado todo este tiempo y han comenzado a ponerse nerviosos.

Ya no está Víctor Mesa, un hombre que los puso en el mapa del béisbol, pero fue calificado por muchos como ente maldito o amuleto de mala suerte, al dejar aquella impronta de no poder subirlos a lo más alto del podio durante las seis temporadas que se mantuvo al frente del conjunto, quedándose siempre a las puertas de lograrlo.

También recibieron la bendición de Gerardo “Sile” Junco, el flamante director que llevó a los Henequeneros a aquellos dos campeonatos en línea y que tras su despido, maldijo a la provincia con la famosa frase: “Sin mí no ganarán ni en cincuenta años”.

Su director actual, Armando Ferrer, discípulo de “Sile”, coach de primera base y entrenador de bateo de esos equipos, se encargó de llevar al octogenario ex-director al terreno, quizás con el ánimo de destruir conjuros, pero aún así, no lograron llevarse el campeonato en su tierra y ante su público, al menos este día.

Pronto sabremos el desenlace de estos acontecimientos. En este último partido ya pudimos ver una gallina lanzada al terreno por algún fanático religioso cuando comenzaron a fabricar carreras sus contrarios, en un acto de desesperación con el ánimo de cambiar el curso del destino.

Lo cierto es que jamás ningún equipo en la historia de los play off cubanos ha podido remontar una desventaja de tres juegos a uno para ganar un campeonato, y los camagüeyanos si ganan los dos que restan en su territorio lo pueden hacer.

De lograrlo, sería un golpe tremendo para los fieles matanceros, y las maldiciones que pesan sobre sus cabezas se reforzarían con una fuerza tremenda.

La lógica indica que esta vez esos desafortunados Cocodrilos de la “Atenas de Cuba” deben coronarse, pero el béisbol, como la vida misma, está lleno de sorpresas y de hechos impredecibles e incontrolables.

Texto y fotos: Roque Díaz

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